Aquel chico que nos había escrito nos había propuesto un contacto lleno de perversidad, morbo, fantasía, erotismo, diversión, y mil cosas que se podrían decir, todas buenas, porque nos gustó mucho su propuesta.

Intercambiamos unos cuantos mensajes, cinco correos, y quedamos en un par de semanas, en un céntrico hotel de Barcelona. Tal como había pedido, mi novia llevaba un top negro, que enseñaba que es una chica delgada, unos pantalones muy cortos, y zapatos de tacón alto. Llegó sola, a las dos, a la recepción de hotel, tal como habíamos quedado, y era tal la exactitud de la vestimenta que el chico con el que habíamos quedado la reconocía al momento. Estaba sentado medio echada en el sofá, como sin ganas de hacer nada en una tarde plomiza, pero sólo verla se levantó al instante. Es muy atractiva.

Se acercó, se saludaron, le preguntó si era la del Nick del foro, y sin que le dé tiempo a reaccionar, allí mismo en recepción, sacó una venda que tenía predispuesta en el bolsillo, y le vendó los ojos.

- “quiero sorprenderla con la habitación” – le dijo al chico de recepción.

Subieron a la habitación, ya todo el tiempo con los ojos vendados, escuchando la maleta grande y pesada repleta de juguetes eróticos y cuerdas que llevaba el chico, y sólo entrar en la habitación cerró la puerta empujándole con el pie. Fue con el pie, porque con una mano, sólo dejar la maleta, le tapó la boca, pidiendo a mi novia que se esforzara por gritar, por pedir auxilio, por liberarse de la misma mano que le tapa la boca.

No pudo, y el único efecto que consiguió fue excitarse. La venda no le había dejado ver lo que estuviera por llegar. Había notado que el chico se había metido la mano en una maleta de la que había sacado algo con ella, y de pronto cuando lo supo cuando cambió su mano por una gruesa bola que introdujo en su boca, y que cerró al máximo de agujeros detrás de su nuca. Un simple chasquido, escuchó, de la correa.

Le quitó el top sin mediar palabras ni perder tiempo. De un tirón le obliga a bajar la muñeca, y de otro movimiento brusco, la puso de espaldas a él, con los brazos a la espalda. Ni reposo. Las cuerdas empiezan a dar vueltas por las muñecas, forzadas por una cuerda que se ha enroscado en sus muñecas cruzadas, dandoles varias vueltas y terminando por anudarse fuertemente, más o menos a la altura de la mitad de la espalda. Las cuerdas le dan vueltas y vueltas por los codos, el pecho, entre codos y espalda, y al final termina con un par de nudos que donde los ha puesto no puede soñar siquiera en que sus dedos lleguen a rozarlo, y mucho menos en deshacerlo. Ni ese nudo ni el situado inmediatamente al lado, de donde arranca otra cuerda. Ella ni se queja, a pesar de que estan increíblemente tensas y fuertes, porque es el bondage que nos gusta.

Ya está. Atada y amordazada.

Acabada esa primera fase, comienza a desnudarla, y ...