Despues de mucho tiempo termino esta historia. Disculpas por la demora pero se me hizo dificil como terminarla:

CAPITULO V

El amo se detuvo por un momento, y con una varilla empezó a golpearme el pene que aún estaba atado a mi abdomen. El dolor era intenso pero por lo menos me estaba dejando descansar los testículos, aunque por momentos alternaba y me daba algunos golpes en los huevos. La vibración de los golpes en el pene me empezó a excitar y poco a poco me arrastraba hasta el clímax. El amo noto eso y cuando estaba a segundos de eyacular, paro de golpear frustrando así mi orgasmo. Pensaste que te ibas a correr, me dijo riéndose, no olvides para lo que has venido, me dijo, acá no vas a sentir ningún placer. Me divertiré negándote la eyaculación como parte de tu castigo.

Dejo la varilla y empezó a ponerme cables y electrodos en los genitales. Alrededor del pene y los huevos y un dildo metálico en el culo. Una vez que termino acerco una caja con controles y me dijo. Vamos a continuar con electrotortura. Seguro alguna vez has sentido el sacudón y el dolor cuanto te pasa corriente. Pues ahora los vas a sentir en tus genitales. Ahora si vas a gritar y jalar esas ataduras de verdad, sobre todo cuando la tengas en los huevos. Sin mayor aviso activo los controles y sentí la primera descarga a en mi pene. Mientras gritaba ahora si el terror se apodero de mí, nunca había sentido un dolor así y esto recién empezaba. El continuo administrando descargas a los diferentes electrodos y cuando la sentí en los huevos fue como si el mundo acabara. Ya ni siquiera era yo jalando voluntariamente sino los espasmos los que ponían tensión en mis ataduras. Y los alaridos ya los daba con todas mis fuerzas. Continuo rotando la electricidad con sus controles pero como era de esperarse la mayoría de las descargas se enfocaban en mis pobres testículos.

La sesión continúo por toda la noche. Después de la electrotortura el amo continuó alternando golpes, prensas y otras formas de castigar mi pene y mis huevos, y también por momentos excitándome y negándome la eyaculación. No me quedaba otra alternativa que recordarme que esto era la sesión de tortura real que yo tanto había buscado. Ahora estaba atado desnudo en un sótano, extremidades aseguradas fuertemente a las esquinas totalmente expuesto e indefenso mientras me torturaban los genitales sin piedad y sin ninguna posibilidad de escape. El castigo a mis huevos era la parte central de la tortura, y el dolor que me causaban era lo más intenso e iba más allá de lo que estaba preparado para aguantar. Gritaba y jalaba incontrolablemente, trataba de pedir piedad a través de la mordaza, le rogaba que por favor pare o simplemente aullaba mis huevos, mis huevos mientras trataba de retorcerme en vano y solo arrancaba más risas de mi verdugo que sin inmutarse continuaba castigándome los testículos.

Cuando ya estaba am...