Este relato de ficción, en honor al Amo Negro-Kabron quien me ha hecho digno de su atención, gracias mi Señor y Caballero.

Me encontraba de vacaciones entre un grupo de turistas, la ciudad Madrid. En ese momento contaba con 55 años.

Para ese tiempo ya había comido una buena colección de penes de todo tipo y tamaño, pero tenía una asignatura pendiente: un rabo negro. Así ­ que un día me armé de valor y entré en un "sex shop" donde vi que trabajaba como dependiente un muchacho negro.

Después de dar un par de vueltas por la tienda, y sabiendo que el muchacho estaba nervioso porque no terminaba nunca de dar vueltas y vueltas sin definirme por nada, me decidí a abordarlo, aprovechando que yo era el único cliente que había en la tienda.

-Perdone...- me costaba trabajo hablar, pero el pensar en una buena poronga negra me ayudó a la decisión- quisiera saber si usted conoce, a alguien de su raza que sea gay... para un encuentro, ya sabe.

El negro me miró un tanto sorprendido. Tardó un poco en contestar. Pero disparó Ud. es Argentino no?... Ups. Me dije.

De pronto sonríe un tanto parco. Creo que puedo informarte. Mira, dentro de dos horas ve a esta dirección y pregunta por Amir, -y me pasa un papel con los datos.

Me fui y comencé a averiguar donde quedaba. La dirección estaba relativamente lejos, así que me fui al hotel, me di un baño me hice una buena enema y luego salí.

Era un barrio obrero donde vivían muchos negros. Toqué en la puerta con miedo no puedo decir que no, pero el morbo me podía. Me abrió un chico negro alto, con pantalones ajustados que marcaban un tremendo paquetón, estaría ya duro?.

Pregunté con miedo -¿Amir?...

El chico me miró de arriba abajo y asintió.

Sonría con una sonrisa entra sádica y pícara y me deja entrar.

Me condujo hasta una habitación a oscuras y cierra la puerta.

De repente unas fuertes manos me tomaron por detrás.

- Pero, ¿qué pasa? No me hagas daño, por favor, vengo por mi voluntad, no soy de aquí, estoy de turista. Ahí reaccioné, para que dije eso, podría desaparecer y nadie me andaría buscando hasta que quizás luego el grupo se diera cuenta que no estaba con ellos, también podrían pensar que me corté por mi solo.

- Tranquilo putito – dijo una voz con acento. Sonó una tercera voz:

- Me gusta lo que nos mandaron, debemos quedar bien con nuestro cazador en la tienda no?­.

Encendieron una luz, era solo una lámpara amarillenta, recién pude ver el panorama. Un hombre me sujetaba por la espalda; me di cuenta de que estaba desnudo. Otro, también en pelotas, estaba frente de mi­, y Amir, tras encender la luz, se quitaba la ropa a toda prisa.

El que estaba delante mostraba una verga descomunal, sería unos 18 cm o más y gorda como ella sola. Amir, estuvo pronto desnudo, presentaba una magnífica ...