La visita al Tutor (Continuación)

Ahora voy a realizar unas gestiones, en unos minutos volveré a terminar contigo, vas a lamentar haberte comportado tan mal …
Se dirigió hacia la puerta del fondo del despacho, una puerta situada justo detrás de su mesa. En ese momento Luis estaba en el rincón del despacho, a su lado había un radiador encendido que hacía leves ruidos, como chispazos, como las chispas que estaban saltando en el trasero colorado de Luis

En el otro extremo, destacaba un saliente o pilar del edificio, aunque en este caso era un armario empotrado, era el único armario en el despacho, y único mueble aparte de la mesa de despacho y el sillón así como dos sillas situadas oblicuas ante la mesa, supuestamente para visitantes. Las paredes estaban adornadas con unas de placas de madera de roble encajadas unas con otras.

Los minutos pasaban muy lentamente, Luis permanecía en el rincón nervioso. Poco a poco, su trasero parecía que se iba relajando aunque sentía un intenso ardor en sus nalgas. Ardía en deseos de bajar sus manos y sobarse el culo frenéticamente, le picaba y molestaba mucho más de lo que el hubiera podido imaginar. Pero no deseaba que por sobarse, empeorase más su situación. Sus muslos se rozaban entre ellos, buscando así algún alivio a ese incesante ardor del trasero, pero todos sus esfuerzos resultaban en vano, ese picor y escozor de su trasero, no cesaba de manera o forma alguna.
Luis no hacía más que pensar en lo que aún estaba por venir, su angustia era cada vez más acusada, así como el temor a la azotaina que en breve iba a recibir, el Tutor se lo había dejado claro, el castigo por su irresponsabilidad aún estaba por llegar. De pronto, se comenzó a escuchar un sonido que la resultaba muy familiar. Procedía de la habitación contigua y estaba claro que alguien se encontraba en su misma situación. Sí, en la habitación de al lado. Había alguien que estaba siendo reprendida igual que el mismo, la intensidad de los azotes eran más ruidosos cada vez, así como los “ayes” de desesperación de la chica (esta vez la castigada era una chica), estaba claro que cada vez el sonido se oía con más nitidez la chica estaba llorando desesperada. Cada vez se escuchaban los azotes con mayor nitidez, quien estuviera en la habitación de al lado no lo estaba pasando nada bien. Luis, escuchaba en silencio. No creía posible lo que estaba sintiendo en su cuerpo, se notaba así mismo excitado, a pesar de su apesadumbrada situación se notaba el pene erecto, el flujo de sangre hacia su miembro aumentaba por momentos, el escuchar como otra chica estaba recibiendo una azotaina le estaba atormentando, pero por otro lado, de alguna manera le gustaría poder ver como la recibía. En su mente veía como estaba la chica sobre las rodillas del Tutor, sabia por conversaciones anteriores en el Telegram, que al Tutor gustaba de hacerse llamar Tutor de orientación de chicos y chicas indisciplinadas, era la manera que le ...