El destino de Martín (Parte VII)

7.-

La noche en que Martín fue impedido de ingresar a su apartamento y terminó alojándose en un discreto hotel, casi no pudo dormir. Desconcertado, desolado y en estado de agotamiento mental y físico, pensó en quedarse en cama, pero en un momento decidió seguir adelante. Se duchó y paso a tomarse un café y comer una medialuna en un pequeño café y luego, fue al trabajo. No, se sobrepondría al momento y seguiría adelante.

Fue complejo, le costaba concentrarse y estaba con un cansancio muy fuerte. Esa tarde decidió conversar con su jefe.

- Disculpe, no quiero ser abusador, pero necesito pedirle la tarde. Prometo recuperar las horas con tiempo extraordinario.
- ¿Qué te sucede? Estás ojeroso, demacrado y pálido. - le dijo el jefe.
- Oh, lo siento, no quiero incomodar.
- ¡Hombre! No seas obtuso, es evidente que te sucede algo, todos nos hemos dados cuenta. - Si no te incomoda, dime que te sucede.
- De verdad lo siento, pero no quiero pasar por víctima, no me sale ese papel... en fin...
- Anoche rompimos con mi esposa. Ni siquiera eso, me pidió que me fuera de casa y estoy pasando un momento horrible.

Martín ni siquiera supo porqué lo dijo, no tenía ganas de comentarle a nadie lo que estaba sucediendo.

- Lo siento mucho, de verdad. Te ha tocado duro últimamente.
- Sí, nunca pensé que todo podía ser tan complejo y difícil.
- ¿Y que vas  a hacer?
- Bueno, por eso quería pedir la tarde, necesito encontrar un lugar donde vivir. Estoy en un hotel, pero sólo hasta mañana. Y no quiero estar sin dónde pasar la noche. Me incomoda y angustia, la verdad.
- Mira, para que lo consideres, tengo un amigo que hace corretaje de propiedades y creo que tiene un apartamento cerca de acá. Por lo que sé, no es muy grande y por acá las rentas no son altas, tampoco es un gran barrio, pero puede salvar la situación.
- ¿En serio? Cualquier cosas sirve. No he visto nada.

Y su jefe, junto con autorizarle la ausencia le facilitó el contacto del corredor, que Martín contacto inmediatamente. Quedaron de juntarse con un empleado de éste a las 16:0.0horas en la ubicación que le envió por WhatsApp. Era un viejo edificio de los años 60, de 6 pisos, sin ascensor, unos balcones pequeño y ventanas de herrería. El que vieron estaba en el quinto piso, daba a la calle, estaba recién pintado y evidenciaba su antigüedad, tenía un dormitorio, una pequeñísima cocina, un baño y una sala: 36 m2. la renta estaba en el rango que Martín estaba disponible a pagar mensualmente. le pedían un mes de garantía y podía ocuparlo inmediatamente. Usó sus últimos ahorro, pagó el depósito inicial y le pasaron las llaves. El olor a pintura era fuertísimo, pero suponía que pasaría con los días. Los documentos quedaron para ser firmados el día siguiente.

Fue a Ikea y compró con su maltrecha tarjeta de crédito y en 12 cuota...