Perrito en: Vicio en el gimnasio

Entras al gimnasio del barrio a las once de la noche. El cartel de cerrado cuelga en la puerta, pero la entrada lateral está entreabierta. Sabes que a estas horas se quedan los musculosos más viciosos del gimnasio.

La luz tenue del vestuario te guía. Escuchas voces, risas graves. El olor a testosterona y sudor te golpea antes de verlos.

Cuatro tíos enormes están sentados en los bancos. Uno de ellos, un moreno de casi dos metros con los brazos llenos de venas, aspira una raya del banco metálico. Los otros tres se pasan un porro mientras se bajan los pantalones del chándal.

"Mira quién ha venido," dice el moreno limpiándose la nariz. "El perrito que siempre nos mira entrenar."

Te quedas paralizado en la entrada del vestuario. Los cuatro te observan como depredadores evaluando su presa.

"Ven aquí, perrito," ordena un rubio platino cubierto de tatuajes, haciéndote un gesto con el dedo. "Si has entrado es porque quieres algo, ¿no?"

Caminas hacia ellos sintiéndote expuesto bajo sus miradas. El rubio coge la bolsita de polvo blanco y te la tiende.

"Toma un tiro si quieres jugar con nosotros."

Te arrodillas frente al banco donde el rubio ha preparado una raya gruesa. Te agachas y aspiras con fuerza sintiendo cómo el polvo sube quemando por tu nariz hasta tu cerebro.

El subidón es inmediato. Tu corazón se acelera, tus pupilas se dilatan, cada terminación nerviosa de tu cuerpo cobra vida. Te sientes eufórico, invencible, pero al mismo tiempo completamente sumiso a estos cuatro machos.

"Buen perrito," dice el moreno enorme acercándose a ti. Te agarra del pelo y te obliga a mirarle. Su polla ya está dura, asomando por el pantalón del chándal. "Ahora vas a hacer lo que te digamos."

Los otros tres rodean el banco. El rubio platino se sienta y se baja completamente el pantalón, su polla gruesa apuntando hacia arriba. Un mulato musculoso se coloca detrás de ti y te baja el pantalón de un tirón. El cuarto, un peludo con barba cerrada, te pasa el porro.

"Fuma, perrito. Vas a necesitarlo," se ríe mientras te lo mete en la boca.

Das una calada profunda sintiendo cómo el THC se mezcla con la coca en tu sistema. Estás completamente colocado, caliente, necesitado.

El mulato escupe en tu ojete y mete dos dedos de golpe. "Ni condón ni hostias. Aquí follamos a pelo, ¿verdad, chicos?"

Los cuatro se ríen mientras te preparan para lo que viene.

El mulato te mete la polla de golpe, sin más preparación que sus dos dedos y su saliva. Gritas del dolor pero el moreno te tapa la boca con su mano enorme.

"Cállate, perrito. Aquí te follan como queramos," gruñe mientras se pajea viendo cómo su colega te destroza el culo.

El mulato te machaca sin piedad, sus embestidas brutales te hacen ver estrellas mezcladas con el colocón de la coca y la ma...