Decisiones (Parte III)

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El trabajo de ambos era exigente y no admitía deficiencias, una falla implicaba hasta perder el trabajo pues los errores costaban millones.

Su tranco era analizar, realizar investigación y evaluar la viabilidad y factibilidad técnica, financiera, comercial y social de cada proyecto corporativo. Domingo tenía una orientación más hacia el giro del negocio, en cambio Santiago tenía mayores capacidades para visualizar estratégicamente cada iniciativa y ver cómo se insertaba en la visión global de la empresa. Era por eso que lo habían seleccionado. por su buena trayectoria académica y lo que había realizado previamente, puesto que antes de titularse ya había hecho algunos trabajos en esa línea.

Esta semana debían presentar un informe ante los directores y gerencias principales de la corporación. Ya les habían advertido que iba a estar el Presidente de la compañía.

Este sujeto, don Rodolfo Amonda, era un personaje demasiado importante y una de las fortunas más grandes del paños. Dedicado hace años al negocio petrolífero provenía de una familia de empresarios, pero esta era SU compañía, la madre de todos sus negocios, el estandarte de su acción empresarial. Trabajaba en el piso 25 del edificio, en unas oficinas que casi nadie conocía. Tenía un ascensor exclusivo para él y era poco amigo de aparecer en los medios. Guardaba con celo su privacidad, aunque solía asistir a reuniones con el Presidente, parlamentarios, a foros empresariales y a actividades sociales muy selectas. Su vida estaba llena de leyendas y mitos. De lo que se sabía es que hace menos de 5 años había enviudado a los 50 años, y que su único hijo se había suicidado. Que tenía varios sobrinos, uno de los cuales -Sebastián - se había incorporado a las empresas en la perspectiva de ser el heredero, pero que algo sucedió que ello no prospero y que ahora seguía en la compañía, pero en un cargo irrelevante.

La leyenda, porque eso era (o quizás no), decía que el suicidio del hijo se había producido por las presiones del padre para que fuera exitosos y adquiriese mayores atribuciones en las empresas, pero éste solo quería ser artista y su sensibilidad le impidió satisfacer los deseos del padre. Dicen que desde entonces se había puesto más lejano, cerrado e impenetrable, que casi no salía y eran extrañas las veces en que participaba en eventos con dos o más personas en la empresa. Muchos de quienes trabajaban con Domingo y Santiago nunca lo había visto.

Y esta vez iba a estar en la reunión. Presión adicional. El gerente del área no podía estar más tenso y demandado y su temperamento dubitativo y temeroso se expresaba con sus dependientes, llamados una y otra vez a explicar alguna cifra, sentencia o conclusión del infos, e Finalmente lo aprobó, pasando al diseño de la presentación. Se le encargó a Domingo, pero a última hora, el gerente decidió hacerla personalmen...