Bully en Locktober 21

Enrique sube al calabozo completamente vestido cargando una charola con unas cervezas frías servidas en un vaso escarchado. Me resulta extraño verlo vestido, tengo muchos días de no verlo así

-Les traje unas bebidas Amo Gerardo- me dice poniendo la charola sobre una pequeña mesa junto a la puerta

-¿Porqué estás vestido cabrón?- le pregunto golpeando la palma de mi mano con la vara en actitud amenazante

-Perdón Amo, como hay algunos vecinos alrededor el Amo Ray me ha ordenado no subir desnudo excepto cuando él lo ordena- responde el esclavo poniéndose de rodillas.

-Bueno, ya estás adentro, quítate la ropa- ver al enorme y musculoso esclavo de mi tío quitarse la ropa hasta quedar desnudo es un gran placer. Debajo de la playera trae una gruesa cadena sujeta con un candado de gran tamaño, Enrique la porta todo el día, todo el tiempo, sin importar a donde vaya, es como su “anillo” de casados, es el símbolo de su propiedad, Ray la cambia por un collar de perro cuando quiere.

-Párate y pon las manos en la cabeza- le ordeno y Enrique asume la posición con las piernas abiertas.

Me acerco para jugar con sus enormes pelotas, Enrique es 10 años más grande que yo y mide quince metros más, tenerlo a mi merced es como un sueño, jugar con sus bolas sabiendo que no va a oponerse ni a resistirse es un juego mental exquisito.

Las estrujo y las aprieto, son unos huevotes enormes, peludos, cuando le pregunté a mi tío porqué no lo rasuraba mi tío me dijo que le gustaban los animales lanudos… sin duda tiene buen gusto.

Aprieto los huevos de Enrique con todas mis fuerzas, Enrique aprieta los dientes con la vista al frente, la mirada perdida, sé que el también disfruta sometiéndose a alguien mucho menor que él, sé que goza la humillación de estar bajo mis órdenes.

-¿Sabes usar el látigo esclavo?- le pregunto sin soltar sus huevos

-Si Amo Gerardo- responde Enrique con su voz cavernosa

-Prepárate, quiero que le demos a mi esclavo una buena dosis de azotes.

Enrique camina hacia la pared en donde cuelgan todos los aparatos de tortura, yo coloco la vara en su sitio y libero a Ulises de las esposas.

Lo jalo del collar de perro en su cuello para llevarlo debajo de las cadenas que penden del techo, le sujeto sus muñecas a los grilletes.

En el piso hay una argolla empotrada, Enrique deja el látigo sobre la jaula y toma un par de tobilleras con argollas, sujeta ambas tobilleras a la argolla con un mosquetón.

Luego presiona un botón y las cadenas suben hacia el techo, estirando el cuerpo de Ulises que tiene las piernas juntas sujetas a la argolla del piso. Luego con toda calma camina hacia la jaula y toma el látigo…

El cuerpo de Ulises está tenso, estirado, me coloco en una esquina detrás y lo miro así, con sus brazos extendidos hacia arriba y...