El guardian y el capitán

La Torre de Hércules llevaba más de cuarenta inviernos encendida sin descanso.
Su luz giraba lenta, constante, como el corazón del hombre que la cuidaba: Ramiro de la Luz, farero de barba blanca y ojos cansados de mirar horizontes que nunca traían regreso.
Vivía solo en la cabaña de piedra junto al promontorio, donde el viento era su única voz y el mar, su única compañía.

Una noche de tormenta, el rugido del Atlántico cambió.
Entre relámpagos, una vela desgarrada apareció entre las olas: un barco pequeño, medio hundido.
Ramiro descendió los acantilados y halló entre los restos a un hombre joven, inconsciente, con el uniforme de capitán.
Se llamaba Néstor Alborán, un navegante sin puerto, errante entre costas y promesas que siempre dejaba atrás.

Cuando Néstor despertó, la torre aún giraba.
El anciano le ofreció refugio, sopa caliente y silencio.
Durante días, el mar siguió rugiendo… y ellos aprendieron a compartirlo.

El farero le habló del mecanismo eterno de la linterna, cuya luz no descansaba ni un instante:
—“No está hecha para guiar barcos,” —dijo Ramiro una noche, mientras la lámpara giraba sobre ellos— “sino para recordar a quien no vuelve.”

Néstor sonrió con tristeza.
—“Entonces guíame a mí. Nunca tuve dónde volver.”

Pasaron las lunas, y la calma regresó.
El capitán reparó su barco, pero la torre lo había cambiado.
Cada noche subía con Ramiro hasta la linterna; juntos observaban cómo la luz se deslizaba sobre el mar, y por un momento, el mundo parecía menos vacío.

Una madrugada sin viento, cuando la linterna giró por última vez, Ramiro ya no estaba.
Solo quedaba su abrigo colgado y la torre encendida.
Néstor comprendió, sin lágrimas, que la luz ahora le pertenecía a él.

Desde entonces, la Torre de Hércules sigue brillando —no por los barcos, ni por los que regresan, sino por aquellos que aún buscan su rumbo.
Y cuando la niebla baja sobre la costa, los pescadores juran ver a dos figuras en lo alto del promontorio:
una de barba blanca, otra de mirada joven… ambas girando con la luz, esperando al amanecer.