Mercado de esclavos: (5) La marca de la serpiente.

-La serpiente y te libero ahora mismo. El strap de barbero que ya conoces y aguantas otra media hora de potro. ¿Qué decides?

Creo que ni siquiera estaba del todo consciente en ese momento. Mis ojos miraron el uno y el otro; pero terminé fijando mi atención en el grueso látigo que ondeaba en su mano izquierda. El strap despareció y me acarició la cabeza. – Buen chico. – Dijo; y comencé a sentir como la tensión comenzaba a disminuir; lo que igual me causaba otro tipo de sufrimiento al sentir como mis huesos crujían, mis tendones se acalambraban y mis músculos se “dormían” haciendo que cada movimiento fuera desesperadamente cosquilleante. Cuando mis miembros fueron liberados no me podía mover; y me sorprendió sentir al Amo cargándome y llevando mi cuerpo hacia una silla donde se sentó. – Eh. Potro 3 desocupado. – Gritó, y un Demon llegó poco después con otro esclavo que, al igual que yo, en cuanto vio el aparato intentó correr y fue derribado.

Mi Amo me abrazó y acarició mi pecho y pezones. – Tienes un cuerpo agradable esclavo. Quisiera que fueras mío para siempre. Tal vez pueda arreglar algo para que así sea. ¿Te gustaría eso animal? ¿Salir de aquí en una jaula e ir directo a mi sótano?

No sabía que contestar a eso. De pronto la cercanía de mi Amo me produjo un efecto inesperado. Cerré los ojos e intenté acercar mis labios a los suyos. Me empujó y caí al suelo; pero me sujetó del brazo impidiendo que me desplomara del todo. Me colocó de rodillas frente a él y me soltó dos fuertes bofetadas: de nuevo me sujetó para que no me cayera.

-No te equivoques animal. No voy a besar a un esclavo: pero si tantas ganas tienes de usar el hocico...- Dijo quitándose la concha del suspensorio. – A darle placer a tu Amo engendro; que verte chillar y gritar como un condenado me tiene con la sangre a tope. Pero antes...- El Amo se inclinó y sacó una pequeña botella, la cual destapó. Se la llevó hacia la boca y creo que se dio cuenta de como mi mirada la seguía. Sonrió, bajó el brazo y la colocó frente a mi boca. – Anda. Bebe animal, que ahora sí que te lo has ganado.

Tardé en reaccionar. Llevé mi boca hacia la botella y fue el Amo el que la inclinó para que diera algunos tragos. Era muy pequeña y se vació en cuestión de segundos. – Gracias Amo. – Dije sin pensar; y él me acarició la cabeza unos minutos; antes de empujarme y empalarme contra su verga que estaba a todo lo que daba.

-Muy bien. Basta de mariconadas y darle una buena mamada a tu Amo, que también se la ha ganado: ¿No crees?

…

La venida de mi Amo era blanca y abundante. Todavía me iba relamiendo mientras avanzaba tirado de la correa. Caminamos hacia el espacio lateral y el Amo se detuvo frente a una pared que tenía argollas. Me ordenó ponerme de pie contra la pared y a abrir los brazos. Anudó una cuerda en mi muñeca derecha y la p...