MI CUÑADO ES POLICÍA ( 1 )

Sábado, 20.40
- Bueno, ya has aparecido. Nos tenías más que preocupados, hijo - me sorprendió que, ni siquiera en ese momento, mi padre, de carácter tranquilo y poco tendente a peleas, broncas y gritos, no me calzara dos hostias de las que hacen historia.
- Lo sé. Ya lo sé, papá. Ha sido una cagada por mi parte. Te juro que quise llamaros pero... no sé, no recuerdo qué hora sería. Busqué mi móvil y no lo encontraba y luego me volví a quedar dormido, bueno, no solo dormido. Me han dicho en urgencias que han descubierto que...
- Sí, ya estoy al tanto. Te drogaron y los médicos han dicho que lo más seguro es que perdieses la voluntad o la consciencia. Escucha: tu madre, no. Ella solo sabe que te han robado y que te encontró la policía. Gerardo sugiere que, aprovechando la herida de la cabeza, eso sea, escúchame bien, por favor, la única razón por la que perdiste el sentido. Y que los agentes, por protocolo, solicitaron una ambulancia y te llevaron al hospital. Y no más - sentenció mi padre-. Gerardo habló primero conmigo y le pedí que nos inventásemos una versión más suave para tu madre. Y menos mal que está él. Si no hubiera sido por él quién sabe si todavía estarías drogado y tirado en ese...
'En ese pinar' no sé atrevió ni a terminar la frase.
No deja de resultar bastante generoso darle el calificativo de pinar a unos cuantos pinos de retorcidas ramas medio secas, rodeado de bañeras, sofás viejos y alguna que otra lavadora desvencijada. Un sitio apartado, en pendiente, con lo que no es visible desde la carretera y medio escondido tras una nave industrial abandonada, aún llena de jeringuillas de cuando la heroína castigó a muchos jóvenes de esta ciudad. Incluso había por ahí, detrás de unos matorrales, un somier y un colchón asqueroso y maloliente sobre el algunos parecían no tener escrúpulo alguno para follar. Yo jamás. Estoy apunto de terminar enfermería y puedo ser un cerdo pero todo tiene sus límites.
- Ángel, creo que tienes que agradecerle a Gerardo todo lo que ha hecho desde que tu madre llamó a Lucía anoche y cómo ha comprometido a sus compañeros y hasta al comisario, pidiéndoles que te buscaran hasta debajo de las piedras.
- Sí, papá. Verás, recobré un poco el sentido cuando me subieron a la camilla y me metieron en la ambulancia. Escuché a alguien diciendo que avisaran enseguida al inspector Velasco - arrastré mis palabras aún sin atreverme a mirarlo a la cara.
Me hubiera gustado atreverme a contarle que esa voz que llegó hasta mis oídos en aquel momento me resultó familiar, que ya la había oído la noche pasada, unas cuantas horas antes, en una situación diferente.
Me hubiera gustado. Hubiese dado no sé qué para poder decírselo y que ese comentario hubiera suscitado su interés y que hubiera empezado a preguntarme. Que mi padre me hubiese sometido a un incansable interrogatorio, para demostrar su preocupación ...