CRUISING con mi AMO

Cerda, ponte tus mejores galas que esta noche tengo una sorpresa para ti.
Si AMO le dije, bastante nervioso.

Hacia algunos meses que no nos veíamos. El tenia pareja y estábamos mas distante, pero eso no quitaba que me excitara solo con ver que me escribía. No fui ni capaz de preguntarle donde íbamos. Me causaba tanto respeto hablarle, que me dejaba bloqueado siempre. Algo así no me había pasado con nadie mas.

Pasó un rato y recibí otro mensaje suyo: - A las 20:30h te quiero listo. Paso a recogerte.

Ok, gracias, le dije.

Cuando el decía las mejores galas era suspensorio. De ropa le importaba poco y decidí ponerme un pantalón corto, una camiseta un poco ajustada y unas zapatillas y por supuesto, un suspensorio.

La tarde se hizo eterna. No pasaban los minutos. Por fin las 20:20h y me bajé a la puerta de casa.

20:35h apareció. Odiaba que le hicieran esperar y me resultó raro que llegara 5 min tarde con lo puntual y obsesionado que había sido con ese tema desde que le conocí. Me puse nervioso porque algo pasaba…

Apareció en un coche tipo SUV con un maletero bastante grande. El siempre venía en moto.

-Sube nena. Vamos de paseo.

Puedo subir delante, le pregunté?

Claro, sube. Así hice y me acerqué a él para darle un abrazo. Siempre lo hacía. Para mí era alguien importante y superior. Me rechazó el abrazo.

Cierra la puerta.

Los siguientes minutos se hicieron eternos. No tenía opciones de decir nada. Agaché la cabeza y esperé.

Al rato me solto una hostia en la cara que creo que se escuchó en toda la ciudad.
Sabes cómo tienes que dirigirte a mi, y esta mañana no lo sabías o qué, perro?

No le había contestado con la palabra AMO. Caí enseguida.

Lo siento AMO, le dije y paro en cuanto pudo. Yo estaba excitadisimo desde el segundo uno. Incluso cuando estaba esperándole ya estaba empalmado y manchando el suspensorio blanco que sabía que le gustaba. Notaba la humedad entre mis piernas. Miedo de que se pasara al pantalón.

Se volvió hacia el asiento de atrás diciéndome mientras: - Ábrete la cremallera.

Había traído un cepo como él llamaba, una jaula de castidad. Era diminuta. Mi rabo no iba a caber ahí. Estaba en sus casi 20 cms chorreando a mansalvas que parecía que me estaba corriendo.

Me agarró de los huevos con una mano y casi doblo la polla con la otra hasta que del dolor consiguió bajarme un poco la excitación. Empezó a ponerme la jaula no sin tener bastante dolor. No sé cómo pero consiguió ponérmela. Me dolía muchísimo. Notaba la presiona del glande sobre la jaula de metal. Notaba como estiraban mis huevos hinchados. Me subía un dolor hacia el estómago. Aún así, agradecí. El arrancó y siguió el camino.

Unos minutos después llegamos a una especie de descampado. Ya casi era ...