Perrito en: El Apartamento de los Traficantes IV

DOMINGO AL AMANECER

Te despiertas en el suelo del baño, empapado en meados, semen y sudor. Tu culo está completamente destrozado y abierto, goteando leche de una docena de pollas. Las piernas no te responden.

El apartamento está en silencio. Los doce se han ido, pero oyes voces en la cocina.

"La perra está hecha polvo," dice el latino. "Pero queda un día más."

"Hoy viene gente especial," responde el gitano. "El jefe quiere conocerla."

Te arrastras hasta la puerta del baño. El negro te ve y ríe:

"Mira cómo está la zorra. Toda reventada y aún quiere más."

"Métete en la ducha," ordena el de la navaja. "Te van a limpiar por dentro y por fuera. El jefe no quiere una perra sucia."

Te meten en la ducha y te lavan con una manguera como a un animal. Después te dan un enema brutal que te limpia todas las preñadas de ayer.

"El jefe es el que manda en toda la zona," explica el latino mientras te visten con solo un jockstrap. "Si le gustas, te quedas como su perra personal."

"¿Y si no le gusto?" preguntas con la voz rota.

"Entonces te regala a quien quiera," ríe el gitano. "Pero tranquila, seguro que le gustas. Le encantan las perras viciosas como tú."

DOMINGO TARDE

Llega un Mercedes negro. Del coche bajan cuatro tíos enormes en traje, claramente guardaespaldas. Y detrás de ellos, un hombre de unos 50 años, calvo, con cicatrices en la cara y una mirada que te hiela la sangre.

"¿Esta es la nueva perra?" pregunta con voz grave mirándote de arriba abajo.

"Sí, jefe. Es muy obediente y le gusta todo," responde el latino nervioso.

El jefe se acerca y te agarra la cara con fuerza:

"Mírame a los ojos, zorra. ¿Estás dispuesta a ser mi perra personal? ¿A hacer todo lo que te ordene sin rechistar?"

El jefe sonríe, pero es una sonrisa helada que te da escalofríos.

"Bien. Me gusta la sumisión inmediata," dice soltándote la cara. "Pero primero tienes que demostrar que vales."

Hace una seña a sus guardaespaldas. Uno de ellos abre un maletín lleno de drogas de todo tipo: cristal, coca, heroína, pastillas de colores.

"Vas a hacer una demostración para mis chicos," ordena el jefe sentándose en el sofá. "Quiero ver hasta dónde puedes llegar."

Los cuatro guardaespaldas se colocan en círculo alrededor tuyo. Son enormes, todos con más de 40 años, con aspecto de haber visto de todo.

"Primero, métete esto," dice el jefe dándote un cristal del tamaño de una uña. "Fúmatelo entero."

Te tiemblan las manos mientras enciendes la pipa. El primer calco te pone a mil por hora. El corazón te late como loco.

"Ahora quítate esa mierda que llevas puesta y ponte a cuatro patas," ordena. "Mis hombres van a probarte."

Te desnudas temblando y te pones en posición....