Perrito en: El Apartamento de los Traficantes III

SÁBADO POR LA MAÑANA

Te despiertas en el suelo, desnudo, con el culo dolorido y pegajoso de la leche seca de anoche. Los cuatro están desayunando en la mesa mientras tú sigues tirado como un perro.

"Mira, la perra ya se ha despertado," dice el negro. "¿Qué tal has dormido, zorra?"

Intentas incorporarte pero las piernas te tiemblan. El bajón de la coca te tiene hecho polvo.

"Ven aquí a gatas," ordena el gitano. "Las perras no caminan de pie."

Te arrastras hasta la mesa a cuatro patas. Te ponen un plato en el suelo con restos de comida.

"Come, que necesitas fuerzas," ríe el latino. "Hoy vienen unos colegas a conocerte. Ya les he dicho que tenemos una perra nueva muy obediente."

"¿Cuántos vienen?" pregunta el de la navaja contando billetes.

"Ocho más. Y traen material del bueno," contesta mirándote. "La zorra va a probar cosas que ni se imagina."

Tu polla se empalma involuntariamente al oír "ocho más".

"Mira cómo se le pone dura al escuchar que van a ser doce pollas," se burla el negro. "Eres una perra insaciable."

El gitano corta una raya mañanera: "Para que vayas cogiendo ritmo. Métete esto y luego nos limpias las pollas con la lengua. Queremos estar bien aseados para cuando lleguen los invitados."

SÁBADO TARDE

El timbre suena. Tu corazón se dispara. Has pasado la mañana sirviendo a los cuatro como su juguete personal, y ahora llegan los refuerzos.

"Doce tíos van a usar todos tus agujeros," susurra el latino en tu oído mientras te ata las manos a la espalda. "¿Estás preparada, perra?"
La puerta se abre y entran los ocho nuevos. Son una mezcla de edades y razas: dos rumanos enormes, tres moros jóvenes, un chino con pinta de mafioso, y dos españoles tatuados que parecen camioneros.

"Esta es la perra de la que os hablé," dice el latino presentándote.

Estás arrodillado en el centro del salón, desnudo, con las manos atadas. Doce pares de ojos te devoran.

"Está bien buena la zorra," dice uno de los rumanos con acento cerrado. "¿Ya está entrenada?"

"Ayer le dimos su primera lección," ríe el gitano. "Se traga todo lo que le eches."

El chino se acerca con una bolsa: "He traído cristal de Tailandia. Muy puro. Y también tina."

"Perfecto," dice el negro. "La perra va a volar hoy."

Uno de los camioneros se desabrocha ya: "Yo no aguanto más. Llevo toda la semana sin follar."

"Tranquilo," dice el moro más joven. "Hay perra para todos. Pero primero vamos a colocarla bien."

El chino prepara algo en una cuchara: "Esto la va a poner como una moto. Pero necesito que alguien se la meta."

El segundo rumano se ríe: "Yo me encargo. En Rumanía sabemos de estas cosas."

Te agarran entre varios y te sientan en una silla. El rumano se acerca con una jering...