Feminizando al indeciso.

Llevas semanas hablando con Ramón por Xtudr. 69 años, veterano, macho alfa que sabe exactamente lo que quiere. Tú, con tus 50, nunca has estado con un hombre, pero algo en sus mensajes te tiene obsesionado. Sus palabras directas, su forma de mandar sin pedir permiso.

"Ven a mi casa el sábado a las 8. No preguntes, solo obedece", te escribió ayer.

Ahora estás frente a su puerta, el corazón te late como un martillo. Ramón abre antes de que llames. Alto, fornido, pelo canoso, ojos que te atraviesan.

"Llegas tarde, nenaza."

El apodo te hace estremecer. Te empuja dentro sin ceremonia.

"¿Así vienes vestido a verme? Como un hombre normal y corriente." Su voz destila desprecio. "Eso va a cambiar ahora mismo."

Te agarra del brazo y te arrastra al dormitorio. Sobre la cama hay ropa: bragas de encaje rosa, un sujetador, medias, un vestido corto rojo.

"Quítate toda esa ropa de macho. Desde hoy eres mi hembra."

Dudas, te quedas paralizado. Ramón te abofetea, no fuerte, pero suficiente para que reacciones.

"¿Qué parte no entendiste, princesa? He dicho que te desnudes."

Tus manos tiemblan mientras te quitas la camisa. Ramón se sienta en una silla, se desabrocha el pantalón y saca su polla gruesa, masturbándose lentamente mientras te mira.

"Así me gusta. Ahora las bragas. Ponte las bragas rosas, zorra."

El encaje se desliza por tus piernas. Te sientes vulnerable, expuesto, pero extrañamente excitado. Ramón sonríe con crueldad.

"Mira qué monada. Tu pequeña pollita se marca en las bragas." Se ríe. "Desde ahora te llamas Carmen. ¿Entendido, Carmen?"

Asientes sin poder hablar.

"No te oigo, zorrita."

"Sí... sí, entendido."

"Sí, qué?"

Tu voz sale como un susurro: "Sí, señor."

"Mejor. Ahora el sujetador, las medias y el vestido. Quiero ver a mi nueva hembra completa."

Cada prenda que te pones borra un poco más al hombre que eras. Ramón se acerca, te agarra de la cintura, te aprieta contra su cuerpo. Su aliento caliente en tu oído.

"¿Sabes lo que eres ahora, Carmen? Mi puta personal. Mi muñeca para follar cuando se me antoje."

Su mano baja hacia tu culo, lo aprieta con fuerza.

"Este culito va a ser mi juguete favorito. Y tú vas a aprender a moverlo como la hembra que eres."

Te empuja sobre la cama, boca abajo. Sientes cómo levanta tu vestido, cómo aparta las bragas.

"Dime qué eres, Carmen."

"Soy... soy tu hembra."

"¿Y qué más?"

Sus dedos exploran tu entrada virgen. "Soy tu puta personal, señor."

"Así me gusta. Ahora relájate y déjame convertirte en toda una mujer."

El veterano macho de 69 años sonríe mientras contempla su obra: has dejado de ser el hombre indeciso de 50 años para convertirte en C...