La mejor penitencia ( Final ). Gracias

Han pasado seis meses. Aranda tramita su divorcio, un tanto complicado. Nos vemos con frecuencia pero en secreto, algo molesto, pero nos da cierta libertad para llevar nuestras vidas. No sé qué pasará. De momento, nos sirve.
Él tiene sus movidas por ahí. Creo que pocas porque cada vez que lo tengo a mi lado, le procuro todo el placer del que soy capaz. Hemos hecho algún trío, ( ¿Qué, mi zorrita? ¿Estás excitada viendo cómo se la calzo a esta otra perra? ) y no pensé disfrutar tanto. Yo solo me he visto con un tío casado del barrio ( los casados parecen mi sino ). Solo una vez le pregunté si algo del pasado podía traerle algún problema. Él sabía a lo que me refería. Me sonrió con cariño y me aseguró que nada. Se volvió y como para sí murmuró:
- Además, es imposible que él se acuerde de nada.
Yo di el tema por zanjado para siempre.
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Pasado el tiempo, un día, a solas con Fernando...
- Oye, Víctor, hace tiempo que te quería comentar... Tú te llevas bien con Aranda, lo sé. Vamos, se os ve. Oye, ¿tú qué crees que piensa de mí?-.
- ¿Cómo? No sé, ¿a qué te refieres, Fer?-.
-No, si te ha contado algo...nada en particular, no sé... A veces pienso que cuando se separó y vino a...
La intuición me dijo que tocaba representar un buen papel.
- ¡Ah! A ver, te refieres a... - fingí estar sopesando la respuesta - él me comentó (cosa que no había sucedido);que tú le aconsejaste reconciliarse, bueno..., no sé cómo decirlo, que luchara por su matrimonio. ¿Es eso?
Fernando no pudo evitar un gesto de incomodidad. Yo me lancé a hablar sin ton ni son para seguir dándole la impresión de que ni de lejos imaginaba el propósito de sus preguntas.
- Pero no creas - continúe - tampoco tiene tanta confianza para contarme a mí... y, por lo poco que sé, él está muy agradecido a tí. Además, yo no sé qué opinión se espera de un sacerdote en un tema así. Vamos, yo no soy quién pero si me preguntas...
-¡Bah! Déjalo, si no era por nada-- sonrió un poco forzado.
Pero, al poco...
- Y... ¿Nunca te ha comentado, no sé ... nada más sobre mí?
- Pero ¿a qué te refieres?- le pregunté exagerando incertidumbre.
- Escucha, Víctor. Si te preguntaba era porque... a ver, yo no sé si, como os lleváis bien, tú le habrás contado lo tuyo.
¡Hala! ¡ Ya salido el gordo! pensé y respondí irónico:
-¿Lo mío? ¿Qué es lo mío, Fer?
- Ya sabes, Víctor. ¡Dios! Que no es asunto mío, ya lo sé. Pero como él me preguntó sobre tí y yo le comenté cuatro cosas... nada importante, vaya. Me comentó que qué tío tan majo eres y tal... pues que no quería que pensases que yo me he ido de la lengua.
- ¿Cómo crees que, a estas alturas, voy a dudar de tí, Fer? - encogiéndome de hombros.
- Tú sabes lo que te quiero y lo que te aprecio, Víctor. Casi un ...