Mi amigo Luis/Max 9 Nueva vida

Después de la transformación definitiva, la vida de Max se volvió el centro del mundo de Tomás. Poco a poco, Tomás fue dejando de ver al Luis que alguna vez conoció; para él, ya solo existía Max, su perro amado y compañía constante. No era un abandono, sino una aceptación profunda: Max se había convertido en alguien con quien quería compartir su día a día, con una ternura franca y un cuidado dedicado.

Para hacer que Max viviera feliz, Tomás fue adaptando cada rincón de la casa a su nueva realidad y necesidades caninas. En la sala colocó un cojín ortopédico gigante, suave, donde Max dormía tranquilamente casi todo el día. En el jardín levantó una casita de madera, con una puerta pequeña y acogedora, pintada de colores vivos, que Max adoptó como su refugio favorito cuando quería estar al aire libre. En la misma área, Tomás instaló juegos de agilidad: aros, barras bajas y túneles, para mantener activo a Max y estimular su mente.

En un rincón de la casa, Tomás improvisó una jaula espaciosa, donde metía a Max solo cuando se portaba mal, por ejemplo cuando mordisqueaba algo prohibido o se escapaba de la casita en el jardín. Era un espacio respetuoso, con almohadones y juguetes, pero que servía para enseñarle límites.

Marcos, por su parte, comenzó a acercarse más a Tomás con delicadeza y sutileza. Durante las semanas compartidas, su vínculo se fue transformando, no solo como amigos o compañeros de esta peculiar familia, sino en el amor silencioso que crecía con cada gesto. Marcos cuidaba a Max también, dándole mimos y jugando cuando Tomás estaba ocupado, y poco a poco, Tomás se encontró agradeciendo esa compañía y cariño inesperados. En algunos momentos, sus miradas se cruzaban con una mezcla de complicidad y ternura que apenas osaban admitir.

Perspectivas
Max (Luis):
No sé quién fue Luis alguna vez, ni lo extraño. Aquí, en esta casa, me siento el perro más feliz del mundo. Mi cama cómoda, los juegos, el jardín, todo es para mí. Tomás me habla con cariño y paciencia, y aunque a veces termino en la jaula, sé que es para mi bien. Que Marcos también me cuide me gusta mucho... es como tener otra familia que me quiere. Solo sé que me siento amado y seguro, y eso basta.

Tomás:
Cada día me sorprendo de lo mucho que he cambiado. Ya no veo a Luis; veo a Max. Esa criatura verdadera, sencilla, llena de alegría canina que me enseña a amar sin complicaciones. Adaptar mi casa para que Max disfrute fue un acto de amor que da frutos a cada instante. Y luego está Marcos, que sin presiones ni palabras, llegó para quedarse en mi corazón. El amor que siento se multiplica entre ellos dos, y aunque desconocido, es hermoso. A veces aún lucho con la idea de haber perdido a Luis, pero esta nueva realidad es mi verdad y no la cambiaría.

Marcos:
Ver cómo Tomás cuida a Max me llena de ternura y ganas de acercarme más. M...