Mi amigo Luis/Max 6 Marcos es bienvenido

Con el tiempo, Marcos aceptó el peculiar mundo que Luis y Tomás compartían con Max. Aunque prometió guardar el secreto y se sometió al pacto hipnótico, de vez en cuando visitaba a Tomás para acompañarlo y jugar con Max. Esos momentos, llenos de risas y complicidad, se convirtieron en un respiro para los tres, un espacio donde podían disfrutar libremente sin miedo ni prejuicios.

Durante esas visitas, Marcos empezó a darse cuenta de que algo había cambiado en su interior. La cercanía con Tomás, la forma en que cuidaba de Max y la ternura con que lo trataba despertaban en él sentimientos que no esperaba. Sin embargo, Marcos sabía bien la estrecha relación entre Luis y Tomás, y aunque su corazón latía con fuerza, decidió mantener esos sentimientos en silencio, ocultándolos hasta para sí mismo, temeroso de que su confesión pudiera alterar la armonía del grupo.

Estas visitas secretas se volvieron un ritual no dicho, un puente entre amistad, cariño y deseos internos. Marcos jugaba con Max, sentía la calidez de Tomás, compartía momentos íntimos y al final de cada encuentro, regresaba a casa con la mente dividida entre el afecto que sentía y el deber de respetar la relación que amaba.

Lo que nadie sabía, ni siquiera Marcos, es que dentro de su inconsciente seguía viviendo Kitty, su lado felino que habitaba en el rincón más oculto de su mente, susurrando con timidez y miedo, recordándole la fragilidad de su secreto.

Perspectivas
Luis:
Siento tranquilidad cuando Marcos viene a casa. Verlos juntos, a Tomás con Max y Marcos jugando, me da una extraña paz. Sé que algo está cambiando en Marcos, algo que él mismo no puede expresar aún, y me preocupa. Pero también me alivia saber que, aunque secretas, esas visitas fortalecen nuestro vínculo. Max y Tomás son mi lugar seguro, y aunque a veces siento que Max toma más espacio en el corazón de Tomás, confío en nuestro amor.

Tomás:
Me alegra que Marcos encuentre paz con nosotros. Su compañía durante los fines de semana me hace sentir menos solo, y ver cómo juega con Max llena el ambiente de alegría. A veces siento que Marcos mira más allá de la amistad, y aunque no sé qué hacer con esos sentimientos, espero que encuentre su propio camino. No quiero herir a Luis, pero tampoco puedo negar la empatía que crece hacia Marcos.

Marcos:
Cada visita a casa de Tomás y Max es una montaña rusa. Disfruto la compañía, pero dentro de mí lucho contra sentimientos que no sé interpretar ni expresar. Sé que Tomás y Luis están unidos de una forma única, y aunque mi corazón anhela más, me contengo. Me aferro a la amistad como fachada mientras mi mente se llena de incertidumbre. Y sin saberlo, Kitty aún vive en mí, una sombra silenciosa que me recuerda lo delicado de este equilibrio.

Max (Luis como perro):
¡Me encanta cuando Marcos viene a jugar! Él siempre tiene alg...