Mi amgio Luis/Max 4 Diferentes Perspectivas

Desde Luis
Aún siento cómo late en mí esa doble vida que nadie más puede comprender. De lunes a viernes, soy el noviazgo común con Tomás, hablamos, planeamos futuro, compartimos risas y el dulce calor de un "te quiero" apenas susurrado. Pero cada viernes en la tarde, cuando paso por su puerta, sé que algo enorme va a cambiar. No solo me pongo la pañoleta ni me convierto en “Max”, soy un mundo distinto: sin preocupaciones, sin juicios, solo un perro feliz y entregado.

Ese secreto, guardado entre los dos, me da vida. Disfruto ver cómo Tomás se relaja al cuidarme, cómo ríe con mis payasadas, y aunque a veces me preocupa desaparecer de su lado humano durante el fin de semana, su sonrisa me dice que sí, que esto nos une. Pero cuando Marcos nos descubrió, temí que todo se acabara. No mentiré, hipnotizarlo como a Kitty fue más que necesario, pero también doloroso. ¿Y si nunca volvía a ser el Marcos que conocía?

Desde Tomás
Luis y Max son dos almas en una sola. Lo veo cada fin de semana: la alegría pura, la entrega sin filtros. Y fuera de eso, mi novio, el hombre que me abraza, me escucha, y a quien amo. La línea entre ambos es difusa pero profunda. Marcos apareció sin avisar y siento un escalofrío hasta hoy. Lo hipnotizamos para protegernos, y ahora tenemos a Kitty en nuestra casa, un gato desconfiado que esconde un amigo.

Cada día que paso con Luis/Max aprendo sobre paciencia, cariño y sobre ese amor que rompe esquemas. Guardar este secreto nos ha hecho cómplices y, aunque a veces siento miedo de que todo esto salga a la luz, el vínculo que formamos es tan fuerte que no hay marcha atrás.

Desde Max
¡Guau! Soy Max cuando nadie me ve, y ser perro es lo más divertido del mundo. Ruedo, doy la pata, corro detrás de pelotas imaginarias y mi cola (aquella que casi nadie ve) se mueve sin parar.

A veces me sorprendo de cuánto me gusta vivir así, sin preocupaciones humanas, solo disfrutando el momento. Pero me acuerdo de Tomás y cómo me mima, cómo él también se convierte en el mejor humano que un perro podría pedir. De Marcos, no sé qué pensar. Ahora es Kitty, felino pero nervioso, siempre escondido. ¿Por qué no juega con nosotros? Ojalá vuelva pronto a ser quien era.

Desde Marcos
Nunca creí que un día despertaría siendo Kitty, un gato asustadizo que maúlla y evita tocar a las personas. Al principio, la confusión fue brutal; veía a Luis y Tomás con algo que parecía cuidado, cariño, pero también miedo. No entiendo bien qué nos pasó, ni si volveré a ser “Marcos” pronto.

Esta metamorfosis me obliga a observar y a escuchar sin poder hablar. A veces me siento prisionero, pero también comprendí que la amistad y el amor, desde cualquier forma, no son cosas que uno puede romper. Luis y Tomás me atraparon para protegerse, sí, pero también para mantener un mundo donde ellos pueden ser ellos mismos... sin j...