Luna en Cáncer 3

Acostado en el edredón, afuera de mi casa, desterrado… poco a poco me voy relajando y me siento más tranquilo… tengo mucha hambre y estoy algo crudo.

Papá sale media hora a la calle y regresa con una bolsa… no veo su contenido, desaparece dentro de la casa y regresa con una cadena y dos candados.

Sujeta un extremo de la cadena al tubo que sale de la cisterna hacia la bomba de agua. El otro extremo me lo pone alrededor del cuello y lo sujeta no muy apretado a mi cuello… lo suficiente para que no pueda sacar la cabeza.

Luego regresa con un plato de perro y lo llena de agua… se va dejándome ahí encadenado, como un perro…

Tirado en el piso es inevitable pensar cosas, tal vez su enojo viene de tiempo atrás… de hace una semana… cuando:

Estamos de vacaciones y no hay mucho que hacer, aquel día terminé de comer, lavé mis platos como siempre y salí de la casa.

Salir de la casa es muy relajante para mi y para mis papás también que se deshacen un poco del ocioso y sobre todo se sienten bien de no verme pegado a la consola.

No llevaba un rumbo fijo y estaba tranquilo, no tenía ganas de hacer nada… pasé por la tienda de la esquina y afuera de ella estaba Ricardo.

Ricardo y yo… pues…

-¿A dónde chula?- me dijo bromeando. Ricardo es apenas un año más grande que yo aunque parece de 25 años. Moreno, bien musculoso, con unos brazos impresionantes y unos pechos bien grandotes.

-¿Qué pedo wey?- le dije acercándome a darle la mano

-¿Qué haces cabrón?- me preguntó amistosamente

-Nada wey, nomás tenía que salirme de mi casa- le respondí

-Que bueno que estás ocioso- me dijo- se me antoja que me eches una manita- añadió agarrandose la verga por encima del delantal que traía puesto.

-¿Una manita nada más?- le pregunté sonriendo

-O tu boquita- añadió sonriendo

Dos minutos después ya estaba hincado delante de él en la trastienda. Se hizo a un lado el delantal, se bajó el pantalón deportivo que traía y sacó su tremenda herramienta de 20 centímetros bien gruesa.

Ricardo y yo llevamos haciendo “eso” desde hace mucho. Crecimos juntos y muchas veces me pasaba el tiempo en su tienda… desde los 19 años su papá lo dejó a cargo y en las tardes era el único que atendía el local.

Una cosa llevó a la otra… me encanta el olor de su verga, por las tardes ya la tiene bien sudada y me huele a hombre, tiene la entre pierna bien peluda y sus huevos y su pelvis huelen a sudor de hombre exquisitos…

Con el tiempo he aprendido a metérmela toda, le gusta que le lama los huevos cuando la tengo toda adentro, se estremece muy cabrón y se pone bien loco.

-Aaaay cabrón- me dijo entre suspiros- que pinche rico la mamás, eres mejor que…- se quedó callado de pronto

-¿Me...