La inmensa mayoría no entiende en absoluto, que es o de que va el findom. A la gente le cuesta menos entender que te puedas correr siendo atado y azotado con un látigo, que sometido esclavizado y exprimido financieramente.
En primer lugar, no necesito el sucio dinero del perro para nada. Tengo mi propio dinero y algo que la gente no entiende es que, en realidad, el afortunado es el perro, el esclavo, que tiene la inmensa suerte de que yo me digne a aceptar sus tributos, tiene la suerte de que le dedique unas migajas de mi tiempo y le permita entregarme los 4 duros que tiene, algo que una escoria humana como él, no tiene derecho a poseer. Esto en el fondo no va de cantidades, de dinero, de 10, 100, o 1000. Va de poder, de entrega de humillación, de aceptar tu inferioridad, de que te sometas y complazcas mi lado sádico y te joda sin miramientos.
Vale más exprimirte 10 veces 20€ que una vez 200€. Lo que me la pone dura es tenerte arrastrado sometido, que es donde debes estar.
Soy yo quien le hago el favor en el fondo, de hacer que se sienta útil unos minutos al día, complaciéndome, esforzándose y sufriendo para mí placer. ¡Útil para alguien por fin! Es un regalo que hago a la chusma que suplica ser exprimida.
Lo normal es que el cerdo, el paypig, se sienta tan inferior, tan frustrado, tan inútil que cuando por fin alguien le presta unos minutos de atención, su necesidad de ser usado y exprimido le haga tributar y empalme y se pajee como un mono mientras ve como los billetes vuelan de su bolsillo y no puede hacer nada más que cascársela como un loco, soñando que ese momento no acaba nunca.
Esa sensación de ser exprimido, humillado, violado, robado, de entregarse y aceptar su total inferioridad, de saber que siempre será así para el resto de su vida.... Es tan poderoso ese momento, el único en que la frustración desaparece un rato, al ver cumplida su necesidad de ser útil a un superior que crea adicción.
Las mariconas inferiores, saben bien lo duro que es intentar la abstinencia y no caer en la necesidad de tributar, de ser útiles, de recibir algo de atención, aunque sea para humillarles... La mayoría jamás comprenderá esto y no ven más allá de una maricona perdedora dando dinero a un cabrón.
Mejor así, yo seguiré disfrutando y empalmando, cada vez que tengo a un gusano a mis pies, humillado, sin dignidad, un subhumano, al que usar y exprimir pensando exclusivamente en mí placer, en lo que YO quiero, en lo que me apetece, ignorando lo que siente o lo que opina o sus necesidades, porque el perro sabe y yo sé, que él está ahí para complacerme totalmente. Y permitirle que se arrastre y me entregue lo que no merece tener, es un regalo valioso que pocos saben apreciar, pero que es tan adictivo, que llegan a suplicar literalmente que les permita entregarme lo que tienen.
Y aunque a muchos no lo crean, a veces, ni siquiera les permito que se arrastren para darme lo que no mer...