Después de eso se dieron otro baño de mar para lavarse, se secaron, recogieron sus cosas y marcharon. Lucio tenía ganas de ver lo que le ofrecía de alojamiento. El día antes Andrés había hecho una limpieza a consciencia del estudio, había ordenado todo, puesto toallas y sabanas nuevas, hasta se había llegado al supermercado a comprar gel de baño, champú, esponja de baño, ambientador.

Al entrar, a Lucio le llegó el olor a limpio, empezó a mirar a un lado y al otro, y todo le pareció bien, le gustó, se vio a sí mismo viviendo allí.
• Lucio: “De momento me parece todo perfecto… ¿me dejas darme una ducha? quiero quitarme el salitre de encima”
• Andrés: “Claro macho, además eso te hará sentirte más en tu casa”

En la vivienda la taza y el lavamanos eran una habitación con puerta de madera, la ducha estaba aparte con una puerta de cristal que no llegaba al techo y que daba directamente a la zona de dormitorio. Andrés veía como su macho se duchaba, sabía que acababan de follar, que no tendría ganas, pero su morbo mental no desaparecía.
• Andrés: “Macho te pido sólo una cosa, cuando termines, te secas, pero déjame a mí secarte la polla y los cojones”
• Lucio: “¿Nunca te sacias zorra?”
• Andrés: “No, si me has dejado muy satisfecha, pero aun así déjame”
• Lucio: “Vale, ya estoy terminando”

Cuando termina Lucio abre la puerta de cristal y se queda dentro secándose los hombros. Andrés pasa por el aseo, toma una toalla de mano, se le acerca y se pone de rodillas precisamente en la parte de afuera de la puerta de la ducha y mientras Lucio se seca la cabeza él se dedica a secarle la polla y los cojones, la entrepierna y luego baja y le seca las piernas.
• Lucio: “Da gusto esto”
• Andrés: “No creo que te dé más gusto que a mí… incluso ahora que casi acabamos de follar para mí es una delicia ver tan de cerca lo que tienes, estás muy bien equipado, polla y cojones, todo perfecto”
• Lucio (sonriendo): “Es sólo para maricas”
• Andrés: “¿Sí?, ¿solamente para maricas?... bueno, lo que soy yo, y más cuando estoy contigo”

Terminaron, Lucio se puso el pantalón corto que traía sin nada debajo y se sentó en una butaca. Andrés cogió una silla de las de la mesa, la acercó y le sentó en frente.
• Andrés: “Bueno macho, ¿qué me dices?”
• Lucio: “Me gusta, me gusta mucho, pero aún no puedo decirte nada, no hemos hablado de la mensualidad del alquiler”
• Andrés: “A ver por aquí los precios de alquiler son altos por la cercanía a la capital de provincia, pero como ya te dije antes, por mí te lo daría gratis… pero está mi mujer, creo que a ella que sabe perfectamente lo que te dije que esto no está registrado ni podremos hacerte un contrato de alquiler le parecerá bien 250 euros, y querrá que se lo des a ella, la conozco,...