A la mañana siguiente David entra a mi cuarto a la hora acostumbrada, pero me encuentra poniéndome el traje negro con el que llegué a la granja el día del funeral.

Ya tengo puesta la camisa y el pantalón y estoy sentado en la cama a punto de ponerme los calcetines.

-¿Así vas a ordeñar a las vacas?- me pregunta con su acostumbrado tono altanero

-Buenos días David- le digo en tono sarcástico- ya voy a regresar a la Ciudad, solo estoy esperando a que tu mamá despierte para despedirme- añado con firmeza.

-Pero las vacas… ¿no vas a seguir con tu investigación?, ¿qué chingados vas a comprar si no sabes bien cómo funciona lo que tenemos?- me pregunta enojado como es su costumbre.

Esta vez no me amedrenta, ya he entendido cuánto le cuesta procesar sus emociones.

Me pongo de pie y tomo el cinturón que aún no me he puesto en el pantalón, le doy la
espalda para responderle

- Ya vi lo que tenía que ver, en cuanto llegue iré a ordenar la máquina y te avisaré
cuándo llega el proveedor- respondo con un tono inexpresivo.

David se me acerca rápido con intención de arrancarme la camisa-¡cámbiate vas a ir conmigo a ordeñar las vacas!-me ordena

Pero esta vez anticipo su movimiento y me
giro rápido dándole un azote en el pecho
con el cinturón.

- ¡Quieto!- le ordeno con firmeza como si estuviera domando a un toro, David se
queda quieto, sorprendido y asombrado.

-Híncate- le ordeno sosteniendo el cinturón.
David reacciona con rabia pero se detiene,
le suelto otro azote en el pecho con el cinturón para presionarlo. David levanta la cara y pone el pecho firme al momento de recibirlo. Es su forma de decirme que mis golpes no lo amedrentan. Tras el golpe respira hondo y se quita la playera, los dos
azotes le han dejado marcado el pecho, luego se abre el pantalón y se lo baja con
todo y calzón. Se tira al piso para quitarse las botas. Lo hace despacio, seguramente para desafiarme, pero no hago nada, me quedo quieto, sudando, vestido con mi traje de la ciudad y con el cinturón agarrado fuerte en mi mano.

David se arrodilla con las manos a los
lados, su actitud no es sumisa, sino más bien prepotente.

-Bien, solo quería verte así de rodillas antes de irme- le digo pausado disfrutando de verlo humillado.

David va a decir alguna tontería enojado y le suelto otro azote en el pecho con el cinturón - póstrate- David baja la cara hasta el piso y extiende sus manos.

Le acerco uno de mis pies descalzos-bésalo- David le da un frío beso- bésalo como si no quisieras que me vaya- David me sujeta el tobillo con fuerza y se ñ incorpora manteniéndose de rodillas, me lame el empeine con fuerza paseando su lengua hambrienta por todo mi pie, luego me levanta la pierna más para lamerle las plantas… ahhh su lengua se siente ta...