🖤 CAPÍTULO 2 — “El juguete del barrio”
Diario de HugoTheBoss

1 de abril. 19:33h

Han pasado solo unos días desde que le até el lazo rosa. Desde entonces no se lo ha quitado ni para dormir. Dice que le da seguridad. Que le recuerda lo que es. Cada noche me manda una foto de su polla flácida adornada con el lazo. Como si fuera un amuleto. Como si temiera perderme si se le cae.

Marcos, o más bien MeatBoy, está evolucionando. Ya no piensa. Ya no duda. Solo sigue órdenes y sonríe con esa cara de perrito orgulloso cuando lo felicito. Le gusta obedecer. Lo necesita. Hoy lo sacaré de paseo.

19:55h

Quedamos en el centro, en una esquina sin mucho tránsito. Le dije que viniera sin ropa interior. El resto, un croptop blanco con la palabra SLUT en grande y en rosa ajustada que remarcaba su torso. El pantalón, minúsculo, de color gris. Nada más. Le puse un collar negro muy fino, fácil de esconder bajo el cuello. Pero el broche rosa lo sobresalía un poco cuando baja la cabeza. Perfecto. Quiero que se note sin que se vea. Que sepa que está marcado. Que no puede esconderlo del todo.

—Hoy vas a entrenar para mí. En público. Vas a ser mi himbo. Vas a mostrar la carne, la sonrisa, la estupidez feliz de saberse útil para algo. —le dije en voz baja.

Asintió con entusiasmo. Siempre lo hace.

20:17h

Entramos en un pequeño gimnasio de barrio. Nada glamuroso. Hierro oxidado, olor a sudor, música machacona. Ideal para lo que quería. Le ordené hacer press de banca, con peso alto. Mientras él levantaba, yo le hablaba al oído:

—Cada repetición es para mí. No para ti. Tú no entrenas para estar fuerte. Entrenas para que te use.

Él gruñía entre esfuerzo y placer. Me miraba buscando aprobación. Entre serie y serie, le hice flexiones boca abajo sobre una colchoneta. Yo me senté sobre su espalda, como si fuera un banco humano. Algunos miraban. Alguno sonreía. Él lo sabía. Eso lo excitaba más.

En una pausa, un chico muy musculoso, de unos veintitantos, se me acercó mientras bebía agua. Me preguntó en voz baja si era yo el entrenador del tío con el croptop. Le respondí que sí. Me sonrió con picardía y se inclinó hacia mi oído:

—No me importaría que me entrenaras a mí también... en privado.

Lo miré de arriba abajo, lentamente. Le advertí:

—Puede que acabes como él. Solo siendo un idiota musculoso feliz de obedecer.

Se rió con un leve escalofrío. Me quitó el móvil de la mano con descaro, anotó su número y se lo guardó como contacto bajo un solo nombre: "Idiota Musculoso". Me puse muy cachondo.

21:10h

Aún sudado, sin dejarle cambiarse, llevé a mi MeatBoy en coche hasta una sauna gay discreta en Lavapiés. No le dije nada hasta aparcar.

—Hoy te van a usar. No vas a decidir nada. Vas a entrar, a...