En mis visitas a los sex shop, videos de lluvia dorada y travestis era lo que mas me excitaba. La lluvia la experimenté orinándome yo mismo tumbado en la bañera, pero quería sentir la sensación de ser orinado por otro. También quería experimentar una relación con una trans, pero para ello había que recurrir a profesionales.
En los periódicos encontré un anuncio que anunciaba Sara superdotada, servicios de bondage y lluvia dorada, las 24 horas me seducía la idea. Tras meditarlo decidí acudir a ella. La llamé por teléfono una noche al filo de las 00.00 horas y tras consultar si podía ser un servicio con lluvia dorada me dijo que sí, le consulte cuando podría ser y me dijo que si querían que fuera ahora y me atendería. No me lo pensé y acudí a ella.
Llegue con mucha timidez, lo desconocido cohíbe, le gusto mi juventud. Ella fue preguntándome si tenía experiencia en el mundo bdsm respondiendo le que no, pero que me gustaría experimentar, desconocía el significado de bdsm y debería haberlo sabido para todo lo que vino a continuación. Me llevo a una habitación, haciéndome sentar y cuál fue mi sorpresa cuando comienzo a maquillarme, me pinto los ojos y los labios y me puso una peluca rubia. Me ordeno desnudarme y vestirme con lo que me dio, un sujetador con relleno, un corpiño, medias y un liguero, además me hizo calzar zapatos de tacón, para mí era insufrible, no eran de mi talla y caminaba muy torpemente con ellos. Finalmente, me hizo mirarme en un espejo y me sorprendió mucho el resultado, me vi muy femenina. Me condujo a una sala y me sobrecogió el aspecto, una auténtica sala de torturas. Me hizo inclinarme y apoyar mi pecho sobre un banco estrecho y ato mis muñecas y mis pies a las patas del banco, estaba totalmente indefenso. Me tapo la boca con una mordaza que tenía una bola que me impedía hablar, estaba atemorizado pero muy excitado. A continuación me mostró un dildo que se me antojo muy grande, trato de penetrármelo sin lubricar, pero el dolor era mucho y no entraba, se apiadó de mí y recurrió al lubricante facilitando la penetración, lo hundió hasta lo más profundo. Sin yo esperarlo comenzó a azotarme las nalgas, por inesperado mugí, pero al cabo de un rato ya las tenía insensibilizadas y notaba como ardían. Me retiro esta mordaza y la substituyo por otra que me impedía cerrar la boca y me hacía babear inconteniblemente.
Hasta ese momento no me habia mostrado esa superdotación de la que hacía gala, cuando su polla apareció en escena creo que mis ojos se abrieron como platos, era enorme. Sin mucho miramiento me la introdujo en la boca, sentía como cada vez crecía más, hundiéndola hasta la garganta una y otra vez, tenía fuertes arcadas y temí vomitar, era la primera vez que me follaban así por la boca. Tras darse por satisfech...