El siguiente relato es la continuación de un suceso que me ocurrió cuando tenía dieciséis años. Es cien por ciento real.
Después de lo que me pasó en esa sala de estar, con el padre de mi amigo tenía muchas emociones encontradas: miedo, frustración y coraje hacía a él y también para mí mismo; le daba muchas vueltas a lo ocurrido, ¿Por qué lo había permitido?, ¿por qué me quedé congelado? , mientras ese sujeto me violaba a través de la boca. Los días siguientes no mejoraron, afortunadamente venían las vacaciones de diciembre y aprovecharía ese tiempo para descansar de todo, sobretodo de lo que me pasó. En lo que respecta a mi grupo de amigos ellos al principio me preguntaron que qué era lo que me había ocurrió, que me había vuelto callado y casi ya no me juntaba con ellos, yo les decía que tenía problemas en mi casa, y en casa con mis papás les decía que tenía mucho trabajo y por eso siempre estaba estudiando y mi cambio anímico se debía a eso. Mis papá se la pasaban trabajando y mi hermana nunca se interesó en mis asuntos, así que en mi hogar se conformaron con mi explicación y mis amigos no se quisieron meter de más, y no me volvieron a preguntar, sin embargo por dentro estaba destruido, el recuerdo de lo ocurrido no se iba nunca, era intermitente y eso me hacía bastante mal. Durante la última semana antes de salir a vacaciones nos informaron que tendríamos un taller de química, está actividad era obligatoria, ya que de lo contrario no te pondrían entregar la boleta del semestre, sería por la tarde de 6:00 a 6:50 de la tarde, lo cuál era algo complicado para mí y todos los demás alumnos ya que la escuela estaba rodeada de terrenos baldíos y cuando empezaba a oscurecer daba algo de temor, ya que prácticamente estaba desértica. En el taller estaba todo el salón, también José Luis, que desde lo que su padre me hizo le dejé de hablar y me alejé de él. La última semana de escuela fue una pesadilla, por la mañana clases normales, final de un semestre y en la tarde-noche, el taller de química obligatorio, el maestro que daba ese taller, era el tipo más nefasto, intransigente y odioso que jamás encontré en mi época de estudiante, no solo nos llenaba de ejercicios que jamás explicaba, sino que también no nos permitía salir sí no terminamos los trabajos, es decir la clase terminaba a las 6:50, pero hubo días que salíamos hasta las ocho de la noche. Todo ese estrés me ayudaba un poco al olvidar, no obstante todo estaba por cambiar.El último jueves de esa semana final, yo ya sabía todas mis calificaciones de las demás asignaturas, solo me faltaban el dichoso taller, así que decidí que ya no iba a seguir las reglas, estaba cansado mentalmente, asistí al taller y a las 6:50 que era la hora que tendríamos que salir, aventé mi mochila por la ventana y le pedí permiso al maestro para salir al baño, el me dijo que sí, me dirige a la puerta, bajé las escaleras fuí a dónde...