*Este cuento está inspirado en la novela “Las Esposas de Stepford” de Ira Levin.

En algún sitio del País, existe un lugar en donde los hombres tienen esposos perfectos y sumisos que viven para complacerlos… los Hombres de la casa trabajan en la misma empresa, tienen el mismo horario y viven en casas estilo americano con jardines traseros y cocheras al frente.

En una de estas casas modernas y bonitas vive una pareja de esposos, casados desde hace ocho años: Aníbal y Yamil.

Todos los días, a las seis en punto, Yamil abre sus enormes ojos árabes, negros y de pestañas largas, se desliza despacio afuera de la cama haciendo el menor ruido posible para no despertar a su esposo que descansa plácidamente en la cama.

Yamil se quita la pijama, la dobla con mucho cuidado y la coloca sobre el buró, luego se pone una playera sin mangas, un short pequeño y unas sandalias.

Es un hombre de raza árabe de 33 años, tiene la piel color canela y el cabello estilo casquete corto. Aunque por genética suele ser muy peludo conserva el cuerpo perfectamente rasurado de la nariz a los pies, excepto por un coqueto triángulo invertido de pelos pequeños arriba de su verga que, cómo es costumbre en esta colonia, la tiene enjaulada en una pequeña castidad que le desaparece por completo el miembro viril y resalta sus huevos tersos, grandes y redondos.

Después de ponerse el short y la playera, se pone unas sandalias y sale a la cochera a lavar el auto de su esposo, saluda con la mano a sus vecinos, el de la derecha se llama Bert, es un chico rubio de baja estatura, muy atlético, de veintiocho años. El de la izquierda es un hombre asiático llamado Sung, un hombre muy bajito y con el cuerpo delgado pero con los músculos muy bien desarrollados y marcados.

Los dos hombres, vestidos con shorts y playera siguen la misma rutina que Yamil y asean el auto de sus cónyuges, con la devoción que dicta el “Manual del Buen Esposo” que todas las parejas que viven en la colonia tienen en sus casas.

Cuando el auto de su marido queda reluciente, Yamil se mete en la casa, se quita la ropa mojada en la puerta y camina desnudo hacia la recámara; sus glúteos, tersos y sin pelo son redondos y grandes, bien parados, Yamil tiene un cuerpo muy armónico, fornido, grande, musculoso.

Se escabulle desnudo debajo de las sábanas en donde duerme su esposo, se arrastra despacio debajo de ellas, rozando con su cuerpo depilado las piernas delgadas, firmes y peludas de su marido, se encuentra con su verga, un falo gordo con prepucio que, por ser de mañana está tieso y bien parado, con el glande hinchado asomando a la mitad por su pellejo. A diferencia de Yamil, Aníbal su marido tiene una gruesa mata de pelos en la entrepierna, son pelos largos y lacios, como buen Alfa de la casa jamás se rasura nada que no sea la cara.

Yamil aspira el aroma de sus pelos púbi...