Este relato ha sido solicitado por jxjavier. Puedes pedir el que tu quieras en los comentarios de mi relato " La primera vez…".


No sé qué tienen los casados con hacer a sus sumisos llevar lencería pero yo les sigo el rollo. Les gusta a pesar de que no soy nada femenino. No me quejo. Gracias a ellos tengo una buena cantidad de tangas y medias sin haber gastado un euro.

La historia de hoy sucede después de una sesión con un casado. Me había regalado un tanga de algodón rojo de los de usar a diario. No era muy glamuroso pero servía. Al finalizar en su hotel nos vestimos y nos fuimos. Yo había ido sin ropa interior a petición suya así que me dejé el tanga puesto. La sesión terminó en el garaje con una mamada antes de arrancar y que me acercara al centro. Era por la mañana e iba a aprovechar para hacer unas compras.

Ya había ido a un par de tiendas y tocaba el turno de la ropa. Cuando estaba en el probador me desnudé y le mandé una foto contra el espejo enseñando el tanga. No tardó nada en contestar llamándome calienta pollas y diciendo que mi castigo era dejar la cortina un poco abierta para que quien pasara viera lo puta que era. Obedecí y la abrí diez centímetros. Era más que suficiente.

Mientras me probaba varias cosas escuché el sonido de un móvil haciendo una foto desde el probador de enfrente. Me puse nervioso pero no me molesté mucho porque estaba seguro que desde fuera sólo se me veía el culo. Seguí probando y la gente iba y venía. Al poco oí una voz de chica desde el mismo probador diciendo "es verdad es un tanga de chica". Se rio y añadió "pues le hace buen culo". En un momento pasé de la vergüenza de ser visto al orgullo de recibir un piropo.

Al salir pude ver que en el probador estaban un chico y una chica. Él se probaba ropa y ella miraba. Llevaba un bóxer negro y una camiseta. Era el que había hecho la foto. No se dió cuenta de mi presencia. Ella me miró con cara jocosa, de complicidad y algo de lujuria. Su novio no estaba tan bueno como yo y seguro que se la pasó algo lascivo por la cabeza.

Cuando se lo conté al casado le divirtió mucho y me dijo que me lo había merecido y que debía estar agradecido por haber recibido piropos durante un castigo. Después de esa experiencia se aficionó a exhibirme de forma controlada.

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