La Puta Perra de Davide 8

Los días fueron pasando convirtiéndome en la putita de un macho más que era Juan, el ginecólogo. Seguía yendo a la discoteca de Davide, quien me metía en la caja artilugio de siempre que había creado para mi y allí me daban polla por los dos extremos los seguratas mientras yo estaba oculta y solamente podía observar mi culo, que cada día era más grande gracias a las hormonas que me inyectaba Juan.

Por las mañanas Davide me hacía la visita de rigor al apartamento donde me tenía encerrada y me follaba cada vez con más ganas al observar cómo mi cuerpo se hacía mas femenino con las hormonas. Los pechos empezaban a crecer y sentía los pezones más sensibles. Davide me los tocaba y me ponía loquísima el sentir sus dedos rozándolos.

- Veo que cada vez estas más mujer, puta. Hice muy bien de llevarte a que trate Juan. Esta tarde irás de nuevo a la consulta. Me ha llamado y me ha dicho que te toca nueva revisión.

Esa misma tarde me llevó y me dejó cuando Juan ya había cerrado la consulta como la primera vez. Davide me dejó en la puerta de la calle y yo subí hasta el piso. Llamé y Juan me abrió. Como la otra vez me impresionó al verlo tan alto y fuerte. Su cuerpo era espectacular, muy fornido, con buenas piernas y trasero.

- Hola Sandra, putita mía. Hoy tenemos visita y tú tienes revisión. Vamos a ver cómo lo organizamos. Voy a llamar a Davide para decirle que no te espere esta noche. Creo que habrá diversión para rato.

Me asusté al escuchar sus palabras e inmediatamente continuó.

- No te preocupes. Siendo tan putita como eres no tendrás miedo de nada. Estoy con dos amigos tomando unas copas aquí en la clínica. Ahora te acompañaré a la habitación de revisiones y ya sabes lo que tienes que hacer. Te desnudas y me esperas en la camilla colocada con las piernas donde tienen que estar. Como si fueras a parir jeje.

Entré en la habitación, me desvestí rápidamente muy nerviosa y me coloqué en la camilla. El efecto de las hormonas hacía que la polla no se pusiera tan dura como antes y acompañado con los nervios mi polla estaba bien flácida cuando me coloqué con las piernas bien abiertas. Estuve esperando unos 15 minutos que se hicieron eternos. Sólo escuchaba cómo conversaban y reían los machos que estaban en la consulta bebiendo alcohol con Juan.

Posteriormente escuché cómo se acercaban. No sabía si vendría Juan con uno o con dos. Cuando entraron a la habitación vi que eran los tres. Eran tres machos igual de grandes que Juan, hablaban en castellano y con acento argentino como él. Los tres entraron siguiendo con su conversación y mirándome descaradamente mi cuerpo desnudo. Hablaban entre ellos como si fuera un objeto del que hablar.

- Como os decía la vez anterior le inyecté las hormonas fuertes y parece que le han funcionado bien. Mirad como sus pechos empiezan a parecer tetas de adolesce...