Escuela de esclavos Capítulo VIII -La nueva puta-

Escuela de esclavos
Capítulo VIII
-La nueva puta-

¿Dónde estoy?, me pregunté mentalmente mientras me quitaba una sábana sucia y mal oliente de la cabeza, ya sabía la respuesta, pero guardaba la esperanza de no seguir existiendo, pues sabía que el destino que estaba apunto de afrontar era peor que la propia muerte…

Tras frotarme los ojos doloridos por la intensa luz cálida, pude comprobar que estaba dentro de una jaula, con la altura suficiente para ponerme de pie, pero donde a duras penas podrían entrar dos personas, yacía todavía acurrucado en posición fetal en el suelo de aquella celda, estaba, sin lugar a dudas en la celda de castigo de la cárcel, a través de los barrotes divisé la zona donde se ejecutaban los castigos, pero me dí cuenta que había habido cambios en mi ausencia, justo debajo de la ducha habían puesto una bañera, tras ella una pantalla enorme donde se podían ver escenas de prados, océanos, naturaleza… y justo encima de la pantalla, una foto del Alcaide, todavía más grande que la propia pantalla…

Miré hacia mi izquierda y pude ver a un muchacho completamente desnudo, sentado en el suelo, fuera de la celda, apoyado sobre las rejas, lo reconocí en el acto, era el chico que David había dejado inconsciente apretando su cara contra mi polla, dejándolo sin respiración durante demasiado tiempo, él rehuyó mi mirada…

-Lamento lo del otro día…, no fue mi intención…- No sabía qué decir, pero genuinamente me sentía mal…

-Tus lamentos no te van a servir de nada puta, ahora estás en el otro lado de la barrera, y no tienes a tu maravilloso guarda para que te proteja…-Dijo uno de mis ahora compañeros de tormento.

-Yo… no sé qué decir…, de verdad que lo siento- Repetí al muchacho mientras intentaba ignorar al preso.

-Déjalo en paz Erick, no fue él…, fue el marica sádico…- Replicó el muchacho todavía evitando el contacto visual conmigo.

Erick se puso de pie, era un tío fornido y musculoso, con aspecto de culturista y con bastantes tatuajes, me sacaba una cabeza por lo menos, y yo mido metro ochenta…; se acercó a mí y me agarró del cuello desde detrás de las rejas, haciendo que mi cabeza chocara contra las barras de mi jaula mientras me ahorcaba con su antebrazo que era casi del tamaño de mi muslo.

-Ahora estás en este lado…, vas a aprender cómo funcionan las cosas aquí…- Varios presos empezaron a acercarse a ver lo que pasaba, traían una sonrisa en la boca, se estaban divirtiendo pensando en lo que venía…
7 presos rodearon mi celda, la puerta estaba abierta, así que uno de ellos entró y me agarró del pelo, yo le agarré las manos intentando que me soltara, pero no lo conseguí, me empezó a arrastrar y yo, inútilmente y todavía aturdido fui incapaz de levantarme, me arrastró a la zona donde generalmente ELLOS eran castigados.

-Vaya,...