Este relato no es mío lo publico para qué sepáis el amo que deseo encontrar


Ni imaginaba lo que esos sujetos harían… y que le obligaría a suplicar clemencia de rodillas, y su castigo, todo con tal de detenerles en la ofensiva.

……

Se estremece, no sabe si es por el oscuro ambiente del bar después de llevar sol toda la tarde, o por sus problemas. Joe Adams no lo sabe ni le importa mientras toma su tercer whisky con mirada ausente sentado a la barra en forma de ele. No puede creer todo lo que le ha ocurrido en tan sólo un fin de semana. Nada más el jueves era un carajo como todos, competitivo, feroz, masculino, con su hogar y su mujer. Y ahora… saborea el trago. Bien, todavía era todo eso, pero tan sólo en apariencia. Su culo había sido penetrado por dos hombres en tan solo una tarde. Con un golpe seco deja caer en vaso corto, ganándose una fea mirada del cantinero. ¡Su vida era una mierda! Fue a ese lugar por una mamada, tan sólo quería que alguien, quien fuera, se tragara su verga… y fue él quien las tragó. Por su boca y su culo. Y leche. Grandes cantidades de leche caliente. Se estremece de repulsa y autocompasión. También de furia. Lo jodieron, esos carajos lo jodieron en todos los sentidos.

El cantinero le sirve otra, confuso le mira.

-Te la invitan. –gruñe indiferente, señalando con un gesto al otro lado de la barra.

Joe mira, con disgusto. Se trata de un tipo que aún sentado se ve enorme, brazos muy velludos, de largo cabello amarillento, barba y bigote. Es difícil saber si es un motorizado, un camionero o un chapero. ¡Era todo lo que le faltaba! Mirándole con toda la mala leche del mundo aleja el vaso y se pone de pie rumbo al baño. Necesita mear. Y tal vez otro bar. El pequeño y oscuro lugar huele horrible, urinarios, pisos y lavamanos muestran manchas que no son sólo de tiempo sino de aseo inadecuado. Un baño típico de hombres.

Mea lentamente. Mal encarado. Preguntándose qué será de su vida cuando…

-¡¿Qué coño…?! –ruge cuando un velludo y fornido brazo le rodea la cintura, halándole hacia atrás, chocando de una panza abultada pero dura.- ¿Qué carajo…?

-¿No te gustó el trago que te envié, perra? Seguro estás acostumbrado al champán de tus machos ricos, ¿eh? –gruñe una voz ronca, mientras de manera obscena frota la pelvis de sus nalgas y Joe puede sentirle la barra dura y caliente a pesar de los dos juegos de ropas.

-¿Qué haces? ¿Te volviste loco, marica del coño? –grita volviendo el rostro, todavía en shock, ¡estaban atacándole en un baño publico! Está molesto más que otra cosa. El otro sonríe.

-Sé quien eres, perra deseosa. He visto tus videos, todo tú bañado en leche de machos, mamando y gimiendo, como la buena perra que eres, mientras penetran tu dulce coño. Dicen que siempre quieres. –dice con voz ronca de lujuria mientras l...