Escrito por: Carlgar
583 palabras
De vuelta a casa, cabizbajo, humillado por mi Señor por cerrarme la puerta en mis narices sin palabra alguna, sin haberle podido servir esa tarde, no entendía que había hecho mal ni que había pasado. Sé, porque me lo ha repetido en cada sesión, que no soy su perro, simplemente soy su consolador cuando no tiene nada mejor que hacer.
Le encanta cuando le como el culo, es lo que le da más energía y cuando le sale toda su fuerza sexual dominante, es como si su imaginación depredadora se le activara mientras mi lengua trabaja su peludo culo. Otras, simplemente le realizo un masaje relajante por todo su cuerpo con final feliz, o bien me pongo bajo su mesa masajeando sus pies, chupándolos o mamándole la polla mientras está trabajando. Sesiones vainilla, sesiones duras o sesiones guarras, nunca son iguales.
Me extrañó porque es un Amo duro, exigente, pero nunca mareante, dice las cosas claras te gusten o no, y su mensaje que me acababa de llegar indicaba que regresara a su casa y que ya estaba tardando. Ya digo que podría describirle de muchas formas pero mareante no, por lo que, su cambio de parecer me sorprendió.
Suerte que no estaba muy lejos y en menos de cinco minutos ya me encontraba de rodillas frente Él, con mis manos en la espalda, besando sus pies y esperando sus órdenes.
Me desnudé y le seguí, pero algo me hacía intuir que hoy sería diferente, de entrada no me colocó el plug para ir abriendo ni me ofreció Popper para ir relajando. Entramos al baño, me hizo desnudarle sin aceptar ninguna mariconada, porque cuando pasé mis labios por su polla mientras le baja su slip me soltó una hostia. Entró en la ducha, no sin antes soltar su meada sobre mi.
Como me dijo, hoy sería su esclavo.
Tuve que recoger el baño, llevar su ropa sucia al lavadero y prepararle short, camiseta, calcetos limpios y sus botas negras. Para mi escogió otros shorts y camiseta deportiva, muy viejos y pequeños, me hizo ponerme mis zapatos que se daban de hostias con la ropa que llevaba puesta. Los shorts eran tan pequeños que fue complicado subírmelos, apretando tanto mis cojones que incluso me dolían y por supuesto marcando el contorno del tanga que llevaba. La camiseta no llegaba ni al ombligo, era imposible que aquella ropa fuera de Él a no ser de cuando era un chaval.
- Nos vamos de fiesta, hoy ni bebes ni fumas ni nada, te quiero sereno para cuidar de mí.
Nos íbamos a casa de Jose, su amigo y compañero, aunque no pareja, pero lo compartían todo, también me incluyo.
Jose es bastante más joven que mi Amo, aunque no tiene el cuerpo tan definido. Su carácter es más abierto, hablador, empatizante y alegre pero tiene hipnotizado a mi Amo. Si cabreas a Jose recibes de los dos, en cambio si se cabrea mi Amo, Jose siempre le da la vuelta y suaviza el tema. Jose no es mi Amo, nunca he estado en su casa, simplemente cu...
En casa de Jose. Cap.I
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