La Isla de Sado IV

Pasé el resto del día desempaquetando mis cosas y acomodándome, fui al comedor del campus y después regresé a mi habitación, me tumbe en la cama y empecé a darle vueltas a mi mente de como sería mi encuentro con “Señor” cuando apareció Sergio. Se sentó en su cama y con la cabeza agachada me pidió disculpas

.- Perdóname Carlos, esta no es la actitud que debería de haber tenido contigo. Te he traído un mapa de la ciudad y mañana, si quieres, te acompaño hasta la Avda. Juliette para tu cita con “Señor”.

.- ¿Has pedido el traslado de habitación?

.- Si

.- ¿Y cuando te vas?

.- No me voy, me lo han denegado

Me incorpore en la cama y me senté justo enfrente de Sergio

.-¿Porqué?

.- Este es mi último año en la Universidad y me han ordenado que te sirva de guía y te ayude a
integrarte a la isla

.- Levanta tu cabeza y mírame

Quería hablar con él cara a cara, no quería que fuera sumiso conmigo, intentaba tener una buena relación con mi compañero de habitación, pero........ mientras él levantaba su cabeza, regresó a mi mente ese niño pequeño y cabrón que era antes de entrar en el psiquiátrico, y justo cuando quedaron
nuestras miradas fijadas el uno en el otro.... le solté un enorme guantazo a ese moflete tan
provocador. Tuve el placer de ver y notar como toda esa mejilla se hundía y deformaba su cara. No se porqué lo hice, pero me gusto, sentí placer y arrepentimiento, sentí paz y rabia. Sergio se incorporó y volvió a bajar la mirada, pude ver mi mano grabada en su moflete.

.- Perdóname, no sé porqué he hecho esto

.- No te disculpes Carlos, me está bien, ya me iras conociendo

Entrada la tarde fuimos al comedor del campus, cogimos unas pizzas, regresamos a la habitación, nos las comimos (ahora sé porqué Sergio tiene ese problema de sobrepeso) y nos acostamos, cada uno en su cama. Me hubiera gustado usarlo un poco antes de dormir, pero quería reservarme para “Señor”.

Por la mañana estaba nervioso, ansioso y lleno de energía. Fui al gimnasio para descargar
adrenalina y poner mis músculos en forma para que “Señor” disfrutara de ellos. Al mediodía empecé con las lavativas para estar bien limpio, así lo quería él y así lo encontraría. A las 15.30h. Sergio y yo salimos dirección a la Avda Juliette.

Cuando llegamos Sergio se despidió y me dijo que siguiera solo. Él no tenía permiso para pisar esa calle.
Subí por la avenida tan ensimismado en mi mismo que no podía ver nada más, me cruzaba
con personas que no veía aunque notaba sus miradas sobre mi. Yo solo buscaba el número 8 en la puerta de una de esas enormes mansiones y finalmente ahí estaba yo, llamando al timbre de esa
mansión.
Una sirvienta descomunal me abrió la puerta, estaba...