Cuando mamá se casó por tercera vez, su nuevo marido trajo con él a su hijo Ryan. Para ese entonces yo tenía ya 16 años y mi nuevo “hermano” era tres años más joven que yo. Pero qué impresión me causó aquel chico, con su cabello abundante y con sus músculos ya bien desarrollados, con su cara tan bonita y su aire de chulito.

Por aquel entonces yo había logrado conseguir ya varias chicas del colegio de salir conmigo. Creo que estaba seguro de mi sexualidad , aunque por ese momento tenia un mes aproximadamente de haber terminado con mi novia victoria, habíamos terminado en buenos términos supongo ya que su fama de zorra hizo que a la semana de haber terminado ya estuviera con otro así de fácil como me había resultado llevármela a la cama apenas

Así las cosas, yo había tenido que resignarme a no follar sino más bien a hacerme pajas viendo porno o de vez en cuando con alguna chica solo para pasar un buen rato, en ese dia estaba con una compañera rebeca

— Ahora ya te puedes sacar tu polla y correrte una paja porque condones no tenemos y ademas como que no me calentaste lo suficiente …

Yo no dudaba en liberar mi pito para empezar a meneármelo como un mono, mientras pegaba mi boca nuevamente a su coño y se lo besaba con apasionada devoción, para casi en dos o tres minutos correrme entre estremecimientos y jadeos que a rebeca le causaban mucha risa y algunos comentarios sobre mi habilidad para pajearme.

En ello llegó a nuestra casa Ryan en compañía de su papá y cuando rebeca los escucho llegar se apresuró a vestir y a despedirse de mi sin antes echarle una mirada lujuriosa a mi hermanito que pareció no importarle .

Con el pasar de los dias La insistencia de rebeca con la belleza y la hombría de Ryan era tal, que terminé por convencerme de la enorme superioridad del chico y empecé a comportarme con él con cierto servilismo y a observarlo con detenimiento, primero disimuladamente y muy pronto con todo descaro, y a cierta manera de sentirme atraído hacia el.

Él parecía no darse cuenta o no importarle la manera en como yo lo observaba. En las tardes, luego de llegar del colegio, se deshacía del uniforme y se paseaba por toda la casa en bóxer, exhibiendo ante mis atentos ojos el enorme bulto de su entrepierna. Hasta que en una ocasión mi curiosidad se hizo tan patente que Ryan tuvo la ocasión de burlarse de mí por ello.

Esa vez el cuarto de baño de su habitación había sufrido una avería, así que él debió tomar la ducha en mi propio cuarto de baño. Al concluir su aseo, salió completamente desnudo, secándose la cabeza con la toalla y bamboleando su enorme tranca que colgaba bien dormida entre sus piernas.

¡Joder! ¡Trozo de verga que se cargaba mi hermanito! Así en completo reposo, no le mediría menos de 17 centímetros. ¡Qué enormidad! ¡Con razón decía mi padrastro que había heredado...