Nada más llegar a casa y tras cerrar la puerta a su paso le di una colleja que le hizo probar las duras baldosas del suelo.

-Cuando entres a casa lo primero es ponerte a cuatro patas – le dije pausado y suavemente, sin gritar,ni violencia.

-Si AMO.

-No soy tu amo, estas aqui por voluntad propia, puedes coger la puerta y largarte cuando quieras.

-¿Y entonces que soy para usted Sr.?

-Una perra sumisa y obediente.

-Gracias Sr., me gusta ser eso.

-Me da igual si te gusta, tu no has venido a mi casa para disfrutar y encontrar la felicidad, estas aqui para complacerme a mi, no para satisfacer tus deseos de perra.

Y mientras decia eso notaba como la polla se hinchaba y se apretaba contra la bragueta. Le dije que se desnudara mientras yo hacia lo mismo. Le hice un gesto con la mano mientras con la otra me pajeaba y se la di a comer. Empezo muy rapido y deseoso, lo que le granjeo un buen ostión. Cogi su cabeza con las dos manos y a follar despacio y pausado, de punta a huevos y atras, despacio, ritmico, sintiendo cada milimetro de su lengua asta notar el tapon en su garganta y atras otra vez, despues de cuatro o cinco metidas solte su cabeza y me quede quieto, comprendió cual era el ritmo y la profundidad. Por lo menos era aplicado y aprendia rapido lo que yo queria. Me canse yo antes de estar de pie que el de tragarsela, la medalla de mamona la habia conseguido, me aparte del alcance de su boca, le levante la mandibula y le escupí en la boca.

-Muy bien perra.

-Gracias AMO.

Y ostión que lo tumba otra vez, a pesar que estaba de rodillas.

-Perdon, gracias Sr.

Le puse la correa y el collar que habia dejado en el recibidor antes de salir a buscarlo, lo llevé hasta el baño y lo meti en la bañera. Se puso nervioso cuando vio la lavativa de ducha, sabia que alguna vez habia probado a usarla de las conversaciones que tuvimos, y a pesar que le aconseje que se acostumbrara a utilizarza a diario, tambien sabia que no lo habia echo, y sabia que eso le avergonzaría, y a mi me divertia... y no me equivoque.


Me puse los guantes de latex negros despacio y meticulosamente mientras el me miraba a cuatro patas desde dentro de la fria bañera, yo iba notanto su preocupacion y su nerviosismo. Con un poco de saliva le introduje diez de los quince cm de acero, con un poco de resistencia, pero girando y presionando al mismo tiempo llegué al punto deseado. Con el primer chorro de agua fria (porque no la habia dejado correr a conciencia) y a presión en su interior tuvo un espasmo general. En cuestion de segundos y a pesar del acto reflejo de no dejar salir nada, el agua empezo a fluir, y con el agua pequeñas bolitas de residuos intestinales, que el notaba como salian, porque con cada una, bajaba un poco mas su cabeza y se volvia más y más rojo, al punto que la rojez le llegó al cuello ...