Con el culo lleno

Salí a su encuentro con el plug mediano metido en el culo. Había optado por el mediano porqué era el que mejor se me ajustaba, no me lo tragaba entero y se aguantaba perfectamente al andar sin salirse del culo. Con el pequeño había tenido un susto días atrás, se me metió tanto dentro que temí no poderlo sacar por sí solo. Y el grande era demasiado para llevarlo puesto por la calle, simplemente.
Caminaba lento. A cada paso notaba el plástico en mi culo y me excitaba. Pero no la tenía empalmada. Me había corrido cinco veces en los dos últimos días y mi polla cada vez que empalmaba me lo hacía saber con un leve dolor que me encantaba.
Llevaba todo el material en la mochila: seis dildos de distintos tamaños, unas bolas chinas, un vibrador para la polla, tres cock rings, unas pinzas para los pezones y el plug grande.
Cuando llegué, él ya había llegado. Estaba en la barra, al final. Me acerqué y lo saludé.
- ¿Lo llevas? – preguntó.
- Claro! – contesté, dando a entender que no había otra opción posible.
- Genial. Siéntate – ordenó, dando unas palmadas a un taburete vacía que había al lado suyo.
El camarero se acercó y me preguntó si quería tomar algo.
- Una caña – dije, y al sentarme noté como el plug se me metía bien y entonces sí, mi polla reaccionó. Me dolió al apretarme los tejanos.
- ¿Qué traes? – preguntó al ver la bolsa.
- Toma – le dije, dándosela.
Él la ojeó sin sacar ningún objeto. Puso la mano y meneó alguno, palpándolo bien.
- Bien. Aunque me esperaba algo más grande.
Alcé las cejas. Fue un acto reflejo. El camarero se acercó con la cerveza y sonrió. Aunque no entendió nada, tuve la fantasía que así fuera.
- He traído lo máximo que tengo – le dije.
- Pues por hoy está bien. Pero la próxima vez, necesitarás algo más grande – sentenció.
Escuchar esa frase me provocó una inmediata erección. La polla me iba a reventar dentro de los tejanos, y el plug se me incrustó en el culo como nunca antes lo había hecho.
- Te has empalmado, eh? – él lo vió. – Eso significa que te gusta.
- Claro que me gusta – le dije, dando mi primer trago a la cerveza.
- ¡Eres muy puta! Me gustas – dijo.
Yo quería más. Siempre quería más. Mi objetivo, meterme un dildaco tan gordo como el brazo de un camionero, todavía estaba lejos, pero algún día lo iba a conseguir. Y solo de pensarlo, me empalmaba.
Ese día mi amigo me metió todos los juguetes que llevaba, uno tras otro. Lo que no me gustó de él, fue la impaciencia. ¿Por qué los activos no sabía meter dildos?, pensé. Lo único que meten bien, es la polla, hasta el fondo, y solamente cuando el culo ya está muy abierto. Antes de eso, lo único que consiguen es dolor. Claro que el dolor tampoco está mal, lo malo es que entonces, la polla se me baja. Sentir el dolor de la polla de un hombre foll�...