La siguiente parada del dedo índice de Dani fueron las axilas. Creía haberlo adivinado pero seguramente porque, en realidad, era lo que deseaba. Estaba deseando llegar a esa parte, quizás la más representativa de la masculinidad después de los genitales, y como mi expresividad facial suele ser como un libro abierto él se dio cuenta.

.-shh... Quieto, no vas a limpiarme el sobaco hasta que yo te lo diga, de acuerdo? Quiero que pongas la cara ahí, donde señala mi dedo y te pongas a esnifar mi olor de macho como una verdadera perra..

Acerqué lentamente mi hocico a mi meta, su sobaco, y cuando ya estaba a un centímetro de él, agarrándome Dani de la nuca, empujó mi cara contra su axila y cerró el brazo. No me podía mover, tan solo podía respirar su olor de macho que penetraba mi nariz y mi cerebro como un punzón. Dani aflojó levemente el brazo que me apresaba y dijo:

.-Ahora sí, déjamelo bien limpio mamona.

Lamí como si fuese la última axila del universo, como si fuese a morirme mañana, intercalando intensas inspiraciones para emborracharme de su olor a hombre.

De un empujón, Dani me echó de su cuerpo haciéndome rodar sobre mi mismo, cayendo sobre la cama, a su lado, boca arriba. Él se puso de pié sobre el colchón, apoyando su espalda contra la pared. Yo me puse de rodillas sin que fuese necesario que él me lo pidiese.

.-A dónde vas zorrita? Estás desesperado por comer polla, verdad?.- Yo asentí con expresión de súplica.- Abre el primer cajón de la mesilla, coge el gallumbo blanco y dámelo..- Hice lo que me pidió, el olor que salió de ese habitáculo cuando lo abrí fue indescriptible.- Ves esto? Desde hace una semana he estado pajeándome en ese calzoncillo... Te lo voy a dejar oler, pero como vea que en algún momento sacas la lengua y te atreves a lamerlo el juego terminará aquí.

Con una mano me inmovilizó la cabeza y con la otra colocó el gayumbo contra mi cara, como una máscara, con la única posibilidad de respirar su semen añejo, acumulado durante siete días. Me lo restregaba por todo el careto y aunque me moría por sacar la lengua y lamerlo me aguanté. No podía arriesgarme a que me dejase así, sin haber probado su cipote de macho.

Cuando lo consideró oportuno me colocó sus gayumbos en mi cabeza y agarrándola con sus dos manos la llevó contra su voluminoso paquete. Restregó por él mi cara, de un lado a otro como si fuese un objeto. El olor a huevos sudados traspasaba el calzoncillo y de mi boca se escapaban gemidos involuntarios de animal en celo.

.-Eso es, gime como una perra, guarra, no has catado en un tu puta vida un macho como yo, lo sé... Vas a saber lo que es bueno.. A partir de hoy dejarás de ser una malfollada.

Se llevó la mano al paquete y lentamente se bajó el calzoncillo. Su polla erecta salió disparada de su celda, como si tuviese un resorte. Casi me quedo bizco al ver aquel cipote, c...