Me quedo en calzoncillos tal y como me ha ordenado el Amo. Él viste unos dockers y un polo. Se sienta en una silla cómoda y yo me coloco sobre su muslo izquierdo, con el culo en disposición de ser azotado. Cojo unos papeles del suelo en los que está escrito este relato y comienzo a leerlo. El Amo quiere oirlo de mi propia voz para convertirlo en realidad. Acaricia mi culo, lo soba y lo azota. Vuelve a acariciar, vuelve a sobar y vuelve a azotar. Los azotes están espaciados en el tiempo. Sólo estamos calentando. Me pide que deje de leer mientras sigue con la serie de caricia, sobe y azote.

El Amo me pide que siga leyendo. La serie ha durado un par de minutos pero ha sido agradable. Los azotes picaban pero ahora tengo el culo calentito y sin dolor. Descubro hasta qué punto el Amo se estaba conteniendo cuando recibo el siguiente azote. Grito. Me da fuerte. Sigo leyendo, aunque me interrumpo con cada azote. Me baja los calzoncillos hasta las rodillas y sigue azotando. Puedo leer gracias a que los azotes se espacian unos 5 ó 6 segundos pero son tan fuertes que pausan mi lectura. Según van aumentando mis dificultades para leer me doy cuenta de cómo acelera el ritmo de los azotes hasta que tengo que parar.

La ultima serie ha sido muy seguida, 7 u 8 azotes sin pausa intermedia. El Amo echa crema en mi culo y lo hidrata. Hemos quedado en que seriamos especialmente cuidadosos con las marcas. Me masajea despacito, mientras intercala algún cachete. Noto algo plano, duro y largo masajeando mis nalgas ahora. Es su forma de decirme que ha llegado la hora de la reglaaaaaaayyyyyyyy... aaaayyyy... aaaaayyyyy... aaayyyyyy... ay, ay, ay , ay, ay, ay... aaaayyyyy... aaaaayyyy... Me retuerzo demasiado y esto molesta al Amo. Pasa su pierna derecha por encima de las mias y me sujeta con fuerza antes de continuaaaaayyyyy.... aaaayyyyy... aaayyy, aaayyy, aaayyy, aaayyy... Deja la regla y sigue con la mano, pero no supone ningún consuelo, ya que no se contiene y aplica un ritmo alto y bastante fuerza en sus azotes.

Aumenta la velocidad hasta que ya no puedo leer más...