Así que fue buscando en línea que contacte a este tío que se decía sádico y dominante y empezamos a conversar, a ver si es que había compatibilidad para una sesión. Le conté que vivía obsesionado con la tortura. Quería ser forzado a desnudarme completamente y seguidamente ser atado en forma de X, la forma más expuesta y humillante para la tortura. Mis brazos y piernas bien estirados para que mi torturador tenga acceso a mis pezones y genitales, en especial mis huevos, sabiendo que ese seria el dolor mas intenso. Le mostraba una confianza que solo podía tener detrás del teclado. Él me contestaba muy complacido, el buscaba un sumiso como yo al que pudiera atar y torturar a su gusto. Las piernas abiertas y los brazos estirados eran su manera preferida para atar. El disfrutaba viendo a sus víctimas desnudas e indefensas retorciéndose inútilmente tratando de protegerse sin ningún resultado mientras la tortura y dolor continúan. La mejor parte era cuando empezaba con los huevos de la víctima, su parte favorita, y al parecer la mía también. Mientras me decía estas cosas yo no podía más con la excitación. Esto era exactamente lo que yo buscaba. Me empezó a preguntar más detalles de las cosas que me excitaban y mis límites. Me dijo que si quería someterme con el teníamos que acordar términos y limites por adelantado. El no usaba palabras claves para detener las sesiones, una vez empezada la sesión, no habría escape para mí. Él tendría total control y decidiría cuando terminar, como una verdadera sesión de tortura. Me decía que la verdadera tortura recién empezaría cuando lleguemos al punto en que yo quisiera que pare la sesión. Esto me excito aún más. Había leído de lo importante de tener una palabra clave en una sesión de sadomasoquismo, pero yo quería estar lo más indefenso posible, que una vez que empezara el castigo no pudiera hacer nada para detenerlo. Me imaginaba lo que sería llegar a ese momento cuando cruzaría el umbral de la verdadera tortura, seguramente cuando me esté torturando los huevos. Totalmente desnudo e inmóvil con mis brazos y piernas bien sujetos a las esquinas, tirando desesperadamente de mis ataduras y gritando de dolor sin ningún resultado. Sin pensarlo mucho acepte sus condiciones. Me dijo también que la sesión también incluiría mucha humillación verbal, burlas, insultos, y que me recordaría constantemente que yo accedí voluntariamente a esto. Cuando ya la mayoría de detalles estaban acordados me dijo que si quería continuar tenía que darle pruebas de que no me iba a echar para atrás, así que me pido que le envíe las direcciones de correo de compañeros de trabajo y algunas fotos y videos humillantes donde se viera claramente mi rostro. De esa forma el sabría que yo estaba dispuesto a someterme a lo que estábamos acordando y ya no podría cambiar de opinión cuando probablemente estuviera menos excitado. Esto me helo l...