- Abre ese coño para mí, así con las dos manos, agáchate, como una perra, a cuatro patas…

Otra vez se había traído una puta. Yo esperaba a que las putas se fueran para levantarme . Él estaba siempre con aquella bata de franela de cuadros a medio cerrar dejando ver su barriga peluda y su pecho cano.

-Mira, estaba pensando en ti. Hazme un par de huevos. La puta me ha dejado hambriento.

Yo era su hijastro. Mi madre hacía tiempo que se había marchado con su jefe., “olvidándose” de su hijo en aquella casa. Mi padrastro no perdía ocasión de recordármelo.

- Supongo que habrás estado meneándotela oyendo cómo me tiraba a la puta. Estaba buena la jodida. Era de las caras.

Le hice los huevos. Solía callarme para no provocarle, aunque eso a veces no bastaba.

-Joder ,qué mierda de huevos ,están llenos de grasa, maricón.

Se terminó los huevos y se levantó. Me cogió de los pelos.

-La próxima vez a ver si te esmeras, joder. Ya que vives a mi costa, haz las cosas bien cuando te lo pido.


Un par de semanas después , yo había quedado con unos amigos para tomar unas cañas. La noche se alargó y llegué de madrugada. Abrí la puerta procurando no hacer ruido. Había luz en la cocina.

-¿Dónde has estado?

-Con unos amigos.

-Sabes cuál es tu obligación Hoy no he cenado. Estoy hasta los cojones de mantener a vagos. Vamos, a tu habitación.

- Desnúdate y túmbate en la cama.

-Pero…

El bofetón me tiró al suelo .

Me desnudé y me tumbé.

-Eres un mierda igual de puta que tu madre. Tu trabajo es obedecer si quieres vivir en esta casa ¿Me has oído?

Los cinturonazos empezaron a caer sin piedad. Oía cómo resoplaba después del número 20.

- Que sea la última vez, estás en esta casa para servirme. Es tu manera de pagar el alquiler, cabrón. Y lo sabes.

No era la primera vez. Todo empezó poco después de la marcha de mi madre. Supongo que al principio era el rencor, después estaba claro que le gustaba. Cada día eran más frecuentes sus enfados, los golpes, el abuso.

-Y ahora ve así como estás a hacerme la cena, vamos.

Me levanté, apenas podía andar, pero sabía que , si no quería más golpes, tenía que obedecer.

Me siguió a la cocina. Le gustaba verme servirle. Se sentó a esperar mientras yo cocinaba. Lo más rápido que pude y teniendo cuidado de no quemarme, le preparé un filete con patatas. Mientras se freían las patatas, sentía su mirada. Yo tenía claro hacía tiempo que le ponía ver mis marcas, le gustaba verme desnudo marcado por sus golpes. Hacía tiempo que había empezado a frotarse el paquete con delectación en esas ocasiones. Al principio lo hacía casi inconscientemente, pero llevaba tiempo sin disimular su lujuria. Le gustaba rozarlo con sus dedos y marcar su polla dura, dejar sus c...