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En un establo con unas pocas ovejas están Juan y Pedro de pie, tienen sandalias marrones en sus pies pero están totalmente desnudos.
Juan es un hombre de 50 años de edad, muy atlético y tiene sus músculos muy definidos y peludos, está totalmente desnudo en el establo, tiene un pene largo erecto de 35 cm de longitud y 9 cm de diámetro, tiene cabello negro largo y desordenado, tiene barba de pelo abundante de color negro, tiene mucho vello pectoral oscuro abundante, tiene piernas masculinas con mucho vello, tiene brazos peludos brazos muy velludos, con sus manos fuertes y curtidas por el trabajo. Su profunda mirada se posa en Pedro, que está un poco más allá, observando el cielo. Una sonrisa se dibuja en los labios de Juan. Pedro, con su presencia atlética y su corazón tierno, es el ancla en su vida errante, el hogar que busca entre las colinas.
Pedro es un hombre de 58 años de edad con músculos marcados sin grasa, está totalmente desnudo en el establo, tiene un pene largo de 39 cm de longitud y 9 cm de diámetro, tiene cabello largo rizado de color rojo, tiene vello pectoral rojo oscuro en abundancia, tiene piernas masculinas con mucho vello, tiene brazos peludos brazos muy velludos y muy masculinos. Pedro siente la mirada de Juan y se gira para que sus ojos se encuentren con los ojos de Juan, y en ese cruce, se enciende una chispa de comprensión mutua que es tan antigua como las estrellas y tan fresca como la brisa matutina. Sin palabras, Pedro se acerca, el silencio entre ellos más elocuente que cualquier discurso. La noche, con su misterio y su promesa, envuelve sus figuras.
El roce de sus hombros es una confirmación silenciosa de su conexión. Su amor es tan sereno y fundamental como el paisaje que los rodea, arraigado en la paciencia de la tierra y la vastedad del cielo azul. Los susurros de los ángeles que surcan los cielos no son solo un anuncio para el mundo, sino también la banda sonora de su propia historia, una melodía que resuena en el eco de sus corazones.
El aire se llena de luz suave y difusa, no de fuego, sino de un brillo interno que emana de su unión. Las viejas vigas del establo llenas de adornos navideños y luces de colores, parecen acunarlos, y las ovejas, ajenas a la grandeza que los rodea. Pedro y Juan continúan sus ejercicios físicos gimnásticos flexionando los brazos dejando ver sus bien desarrollados músculos marcados y bien definidos. Para Juan y Pedro, el milagro no es solo lo que se anuncia en los cielos, sino también el simple hecho de compartir ese momento, esa quietud, esa promesa de un futuro juntos, en la intimidad de su amor, bajo la mirada silenciosa de la gran estrella. Es una Navidad de corazones entrelazados, de almas encontradas, de un amor tan puro que parecía parte de la misma creación. Tienen sandalias de color marrón. Entre las las viejas vigas del establo hay bolas de navidad de colores y está la gran estrella de navidad iluminando todo. En el suelo hay paja de establo. Todos los penes están erectos