Mi entrenamiento como cachorro
Soy un chico gay de 21 años. Mis amigos dicen que no estoy mal. Mido como 1,75 y soy más bien delgado, con el pelo muy moreno. Por mis estudios me he mudado a Granada y es la primera vez que vivo un poco lejos del control de mis padres. Esto me animó.
Siempre me habían dado mucho morbo las historias de tíos que tenían como mascotas a otros tíos. Quizá esté relacionado con que me gustan los hombres mayores que yo, no lo sé. Había pasado horas delante del ordenador, navegando por páginas leather relacionadas con el tema, viendo fotos y leyendo historias. Me ponían a mil y siempre tenía que acabar con buenos pajotes delante del teclado.
Necesitaba hacerlo realidad ya. Necesitaba convertirme en mascota de alguien.
Una noche calenturienta vi un anuncio en una web que decía “Amo experto. Busco cachorros humanos para entrenarlos y ponerlos a mi servicio en Madrid”. Daba una dirección de correo electrónico como respuesta. Bueno, un poco escéptico la verdad, me decidí a escribirle. Estaba ya harto de matarme a pajas con el tema.
Me contestó con rapidez, pidiéndome más datos de mí y explicando en que consistía el entrenamiento. Su manera de escribir era muy clara, se notaba la experiencia y que pasaba de indecisos. Sabía lo que se traía entre manos. Infundía confianza. Pero exigía un mínimo de 24 horas, yo debía estar dispuesto a casi todo, y la cita era a ciegas y al grano, nada de quedar a conocerse primero… ¿no sería esto una aventura demasiado arriesgada?
Continuamos la correspondencia unos días, hablamos de límites y de cuando podría ser la cita. Yo nunca lo había hecho, así que tampoco tenía muy claro hasta donde podía llegar. Quedamos en que no hubiera sangre ni fisting, condón para follar, y que no me afeitara la cabeza. Lo demás no me preocupaba. Bueno, miento, sí que me preocupaba el dolor de los castigos, pero no quería que él interpretara que no iba muy en serio. Él comentaba que acabaría cansado pero contento.
Llegado el día de la cita, metí en una mochila lo imprescindible y cogí el tren a Madrid.
Iba con mis vaqueros y un suspensorio de deporte por toda ropa interior. Me pasé todo el viaje en el tren pensando en lo que me había meti...
Mi entrenamiento como cachorro
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