UN PLANTÓN 5

18.39
Llamo al camarero pero no se acerca al instante. Termina de teclear con parsimonia lo que sea en su móvil. Parece que le cuesta moverse. Se acerca con desgana. "Como que te crees tú, maricón, que me voy a molestar en correr" me da que piensa.
Le doy un billete. Lo coge sin mirarme y vuelve hasta la caja. En ese momento, algo le dice al de las gafas. "¿Hablan de mí?" Me reconozco un tanto paranoico, vale, pero es innegable que me mira con desprecio, con superioridad. Como si supiera que el de las gafas de sol en la cabeza está jugando conmigo.
Y eso es lo que ansío, aunque me cueste admitirlo. Si me trae las vueltas y me susurrara "haz que vas al baño y te metes en el almacén. Tu amo me deja probarte antes", me ofrecería como una perra desesperada por obedecer.
18.43
No sé de qué parte de mi cerebro salen estas historias. Ya me veo a los tres de la obra cascándosela, esperando a que él camarero se corra para meterme sus rabos sudados. Uno tras otro, en mi coño tragón. Todos bajo las órdenes de mi amo, que observa cómo voy cumpliendo las órdenes que me hace llegar por medio de todos ellos.
18.45
Está claro que, aunque sea en mi fantasía, es más de lo que puedo esperar de aquel que permanece parapetado en su anonimato. Me ha parecido que me mira, pero hay algo en mí que no lo convence. Me humilla haberme creído a la altura de un tipo como él. Seguro que está por marcharse.