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De Vacaciones con Andrés

Escrito por: Switchpoblano

Maduro y joven Pies

Aunque llevaba casi un año viviendo en México, Andrés no conocía la ciudad. Las vacaciones son ahora una buena oportunidad para llevarlo a conocerla.

En la calle nos hemos encontrado a muchos amigos de la familia que preguntan por mi esposa y por mis hijos

-Están de shopping en Estados Unidos- me canso de explicarles a unos y otros después de saludarlos, como los observo mirar con intriga al chico que camina conmigo por la Ciudad les explico- el es Andrés, es Colombiano y es compañero de la escuela de mi hijo, se iba a quedar solo en los dormitorios por las vacaciones y lo adopté una semana-

Los mexicanos somos muy amigables con los extranjeros y a todos les da curiosidad conocer a Andrés, que responde una y otra vez que le encanta nuestro País y que está disfrutando mucho su estancia.

Andrés tiene 21 años, es trigueño, de cuerpo más bien delgado, de mejillas afiladas y el mentón ligeramente pronunciado; ojos muy negros y cejas abundantes bien separadas. Tiene mucho cabello muy negro y unos labios delgados y carnosos. Su cuello es largo y delgado y su voz varonil y suave, con un acento poco pronunciado.

Como es un chico muy atractivo llama la atención de todas mis amistades, algunos hacen el típico comentario de conocer Colombia y hablan de sus experiencias ahí hasta cansarse, Andrés es muy educado y refinado en su forma de hablar, siempre responde cortésmente y a todos les habla de “usted” con propiedad.

Después de comer, algo cansados los dos, recogemos el auto en el estacionamiento y regresamos a mi casa. En el camino hablamos poco, aunque como buen mexicano aprovecho para continuar contándole historias de la ciudad.

Yo soy un hombre corpulento de 47 años, moreno, de barba y bigote, ojos negros y aún conservo una buena parte de mi cabellera entre cana.

Después de tantos años de ser papá estoy acostumbrado a ser protector y atento con los jóvenes, hago todo lo posible porque Andrés se la pase bien y se sienta cómodo fuera de la casa.

Hasta hace pocos días había llevado una vida “común”: mi atención siempre centrada en la familia, había vivido volcado en el trabajo y en mis responsabilidades y no había habido tiempo para amantes, fiestas o ninguna clase de vicios.

Las cosas cambiaron cuando conocí a Andrés… mi hijo ya me había contado de su compañero extranjero pero fue hasta que se acercaban las vacaciones que su existencia tomó relevancia para mi:

-Papá, cancelaron el viaje que Andrés tenía programado para las vacaciones - me dijo Chema mi hijo una semana antes- se va a quedar solo en el dormitorio porque no sabe a dónde ir ¿crees que se pueda quedar contigo esta semana?

Honestamente tenía ganas de aprovechar que todos viajarían para descansar un poco, pero comprendí que el gesto de Chema era noble y acepté.

Nunca me había sentido tan atraído por alguien en toda mi vida, mucho menos por un hombre, en cuanto lo vi algo pasó dentro de mi que quedé fascinado por él: su cuerpo, su cara, su actitud tan correcta, su olor…. ¡Me había enamorado a primera vista del amigo extranjero de mi hijo!

Casi puedo decir que temblando llevé a Andrés al cuarto de Chema para que se acomodara y me dolió dejarlo solo para ir a dejar a mi familia al aeropuerto, recuerdo que en mi camino de regreso venía pensando sólo en Andrés, imaginando cómo se vería sin ropa…

Como si mis pensamientos hubieran provocado que el mundo se confabulara, cuando regresé a la casa escuché la regadera…

-¿Andrés? ¿Necesitas algo?- le pregunté nervioso tocando la puerta, esperando que la abriera para pedirme una toalla o algo, consciente y hasta excitado de saberlo desnudo al otro lado de la puerta.

-¡No señor, gracias!- respondió con su cortesía habitual desde adentro del baño.

Me senté en la sala a mirar la televisión, tratando de distraerme un poco, al poco rato llegó Andrés, traía una playera blanca holgada en donde se marcaban ligeramente sus modestos pectorales y unos shorts que dejaban ver sus piernas largas, muy peludas y sus pies largos y delgados que portaban unas sandalias de pata de gallo.

-Si quieres puedes poner en la televisión lo que gustes- le dije tendiéndole el control

-Eso está bien señor- me dijo con su voz suave; yo había perdido todo interés por el programa, de reojo miraba una y otra vez sus alargadas piernas juveniles y peludas, sus pantorrillas alargadas y bien torneadas

-¿Quiere que prepare algo de cenar?- me dijo mirándome a los ojos. Me sentía como una adolescente delante de su crush, sus labios se movían de una forma tan sensual que sentí un estremecimiento

“Voy a cenarte a ti” me dije para mis adentros, imaginando cómo sería tomarlo por detrás y bajarle esos shorts dejando expuestas el par de nalgas colombianas que aún no había visto pero que ya me imaginaba…

-Si, gracias- le respondí cortésmente.

Lo miré levantarse del sillón y avanzar hacia la cocina, no puedo explicar el placer que me dió mirarlo cocinarme, estirar sus brazos largos para tomar las cosas en la cocina, prepararme un sándwich con suma dedicación.

“Vas a ser mío cabrón” me repetía una y otra vez imaginándome todos los sitios de la casa en donde lo haría empinarse y le sumiría la verga con furia…

Andrés volvió de la cocina con los dos platos, tomé un par de mesitas de servicio para que colocáramos nuestros platos.

Andrés se sentó a comer junto a mi, dejé de mirar la televisión, obsesionado con sus piernas que ya empezaba a ver con cierto descaro…

Andrés comía despacio, yo, me atraganté con ansiedad el sándwich y cuando estaba dirigiendo una de mis curiosas miradas a sus piernas, Andrés se giró a mirarme y me dijo - quieres chuparme los pies

Se me heló la sangre, de pronto volví en mi y recobré la sensatez, estaba mirando con deseo a un chico 26 años menor que yo, ¡podría ser su papá!… es más ¡era el amigo de mi hijo!

Me quedé callado con la mirada en el piso, me sentí descubierto y traté de pensar cómo reaccionaría un hombre en mi situación.

-No es pregunta- me dijo Andrés- estoy afirmando que quieres lamerle los pies- añadió subiendo su pierna hacia mi y poniéndome su pie izquierdo en la cara.

Sus plantas olían a jabón, a limpio, con un suave toque a hombre que de inmediato me puso muy caliente.

Ya no había oportunidad de dudar, no lo miré a los ojos porque me daba vergüenza, miré su pie largo y peludo, con dedos delgados y alargados y me lo metí en la boca…

Hoy llegamos a la casa, después dd aquel recorrido por la ciudad, Andrés espera a que le abra la puerta, se baja despacio y deja sobre el asiento una bolsa con algunos souvenirs que compró en nuestro paseo por el centro.

Tomo la bolsa y camino detrás de él, Andrés tiene las llaves de mi casa, abre la puerta y entra, lo sigo, en cuanto cierro la puerta detrás de mi me quitó a toda prisa la camisa y el pantalón. No traigo calzones ni calcetines, porque así me ordenó salir a la calle.

Tardo unos segundos en quedar desnudo, en mi cuello traigo una pesada cadena gruesa de metal sujeta por un candado también muy grande que en muchas ocasiones al hablar con mis conocidos me ha dado miedo que la noten.

Me arrodillo en cuatro patas y sujeto la bolsa de regalos con la boca. El candado cuelga hacia abajo de mi cuello, es pesado.

Andrés me espera parado delante- eres un buen chico- me dice sonriendo dándome suaves cachetadas en las mejillas - luego camina hacia atrás de mi comprobando que aún traigo adentro del culo el plug que me puso cuando salimos, se agacha a quitármelo lentamente… yo permanezco en cuatro, mirando al frente, como un animal… un animal obediente.

Cuando el plug sale de mi culo Andrés me lo inserta en la boca, lo mete y lo saca despacio mirándome con esa sonrisa malévola y dominante con la que me ha mirado todos estos días desde que acepté lamer sus pies…

-Estas muy cómodo en ese sillón- me dijo empujándome la cara con el pie que metió casi a la mitad en mi boca, luego fue moviendo su pierna lentamente como si su pie fuera un anzuelo que acabara de picar haciéndome avanzar hacia el piso

-Así estás mejor, de rodillas- me dijo adelantando su otro pie para que lo lamiera.

Avancé a cuatro patas como un perro obediente hacia su pie derecho, le lamí el empeine y no aguanté las ganas de sujetar sus piernas peludas mientras lo hacía, Andrés se dejó tocar, como si me premiara por mi obediencia.

No podía creer lo que estaba sucediendo, ese chico llevaba menos de 24 horas en mi casa y ya me tenía arrodillado delante de él acariciando sus pies con mi boca

-Creo que nos vamos a entender bien- me dijo mientras subía su pierna para que lamiera su planta- mientras seas obediente vas a poder seguir siendo mi esclavo-

“¿Su esclavo?” Pensé… “¿soy su esclavo?” Me preguntaba una y otra vez sin poderme separar de sus pies como si estuviera hipnotizado, “¿qué está pasando?” Me decía una y otra vez nervioso por lo que sucedía pero al mismo tiempo intrigado por el destino que tendría esta nueva aventura.

-Estoy cansado esclavo- me dijo poniéndose de pie- mañana puedes despertarme con una mamada de verga a las nueve en punto… si no lo haces y mañana prefieres hacer que no pasó nada, lo entenderé- me dijo caminando despacio hacia la escalera mientras yo permanecía ahí, en cuatro, sorprendido y muy, muy caliente…

De Vacaciones con Andrés

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