LOS CUATRO IV - Final

Escrito por: CUBASTURIAS

A partir de ese día, la relación entre ambas parejas se consolidó. Las comidas se sucedían casi semana tras semana, la mayoría de las veces en casa de Simón y Zamir pero a veces también en el otro piso donde entonces cocinaba Ramón.

Por un trabajo que resultó excelente, Ramón recibió un extra y se le ocurrió darles una sorpresa a los machos. Habló con Zamir para reservar un crucero y éste no sólo estuvo de acuerdo sino que le dijo que como la tienda iba muy bien podía contribuir. Cada uno habló con su marido sin decirle detalles para coordinar las vacaciones. Era más importante para Gonzalo y Ramón porque Zamir sólo tenía que hablarlo con sus empleados para que se ocuparan de la tienda y Simón sencillamente no comprometerse a llevar o traer mercancías para esas fechas.

Los chicos se pusieron a mirar en la web, se dieron cuenta que mejor que dos camarotes era una suite con terraza para los cuatro. Tuvieron que llamar por teléfono porque no había manera de reservar para cuatro a la vez. Lo consiguieron y con un paquete que incluía bebidas y un cambio de crucero gratis si por cualquier motivo no pudieran en esas fechas.

Llegó el día. Para Gonzalo y Simón se iban de vacaciones, en viaje por avión a Barcelona y de allí alquilarían un coche para viajar por carretera a los pueblos y playas cercanas. Gonzalo dijo que mejor reservar un coche para cogerlo en el mismo aeropuerto pero Ramón le quitó la idea, le dijo que había encontrado un sitio donde salía mejor, que estaba cerca del puerto. Llegaron al aeropuerto y mientras esperaban por las maletas, Ramón salió y habló con un taxista, le dijo que los llevara al puerto donde se embarcaban en los cruceros de esa compañía pero que no dijera nada porque era una sorpresa para algunos. Al entrar el taxi en el puerto a Simón le parece que el taxista se había equivocado.

• Simón: “Óigame, creo que por aquí no puede ser”
• Ramón: “Déjalo, al bajarnos te cuento”

Los dejaron donde ya se había formado una fila para abordar.

• Ramón: “A ver, que nos vamos de crucero”
• Gonzalo: “¿Cómo?... ¿y tú lo sabías Zamir?”
• Zamír: “Sí yo saber, reservamos entre los dos, es regalo nuestro”

Gonzalo y Simón se miraron entre sí con cara de no creerse lo que estaba sucediendo. Gonzalo no se aguanta, coge fuerte a Ramón y lo levanta en brazos del suelo. Simón por su parte abraza y le da un beso en la mejilla a Zamir.

• Simón: “Cuando en el camión pasaba por el puerto, miraba los cruceros con ganas, pero los veía como algo poco menos que imposible”
• Gonzalo: “Tampoco yo me podía imaginar un crucero”

La gente los oía pero nadie imaginaba lo que había detrás. Las impresiones eran positivas, muchos comentaban “mira a esos chicos, lo que hicieron por sus mayores”. Algunos dudaban por la vestimenta de Zamir, que aunque llevaba pantalones vaqueros tenía una camisa muy árabe, pero al final pensaban que sería uno de esos chicos del Sahara apadrinados o acogidos por una familia. En algo no se equivocaban, era árabe y había sido muy bien acogido al llegar a España.

Al subir al barco, buscando el número de camarote, Gonzalo y Simón recibieron una segunda sorpresa: era una suite. Los dos estaban que no cabían en sí mismos. Se miraron uno al otro.

• Gonzalo: “Bueno, esto habrá que compensarlo, ¿no te parece?”
• Simón: “Sí y ahora mismo, nos queda bastante tiempo para ir a cenar”

Y les dieron una tremendísima follada. En medio de ésta a Simón se le ocurrió una idea. Había visto que los balcones tenían guardavecinos opacos, no era fácil que les vieran.

• Simón: “Ponte esta gandora sin nada debajo, sal al balcón, apoya tus codos en la barandilla y espérame ahí que enseguida voy yo”

Zamir lo hizo y detrás fue Simón, le levantó la gandora y le clavó la polla sin más, hasta los cojones.

• Simón: “¿Te gusta cómo se ve el mar desde aquí?”
• Zamir: “Sí mucho, nunca haber visto mar más guapo”
• Simón: “Será por algo, ¿no crees?”
• Zamir: “No creo nada, lo sé”

Entraron y Zamir se puso a cabalgarle la polla a Simón en la cama, muy cerca Gonzalo le azotaba las nalgas a Ramón, mientras éste, a cuatro patas sobre él, le mamaba la polla. Luego les preñaron y sin lavarse mucho por la hora, se fueron a cenar. Los dos chicos aún escurrían algo de leche por el culo cuando estaban sentados en el restaurante.

• Ramón: “Zamir, aún no hemos dormido la primera noche en el crucero y creo que el dinero que nos costó ya nos lo han retribuido”
• Zamir (sonriendo): “Sí, no sé tú, pero yo tener culo muy abierto, me tuve que poner un poco de papel entre nalgas”
• Gonzalo: “¡Qué par de putas estáis hechas! Pero el coste del crucero se lo vamos a compensar a diario, ¿no te parece Simón?”
• Simón: “Por supuesto que sí, si ahora tienen abierto el culo ya verán al regreso”
• Zamir: “No dinero mejor gastado, quiero culo así, roto, abierto”
• Ramón: “Estoy contigo Zamir, además con las pollas que tienen se lo merecen”
• Zamir: “Y corridas que sueltan, asombran”
• Gonzalo: “Mejor nos dedicamos a cenar, ¿no les parece? Tendremos tiempo de sobra para todo”
• Ramón (sonriendo con picardía): “Sí para todo, pero sobre todo para una cosa”
• Simón (mirando a Gonzalo): “No tienen remedio, pero mucho es culpa nuestra”