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Nuevo trabajo 4

Escrito por: batel

A la mañana siguiente después de ducharnos, bajamos a desayunar al buffet del hotel. En ese momento David aprovechó para decirme que me había pasado, que no podía sentarse cómodamente y que la última parte de la azotaina fue muy desagradable para él. Le pregunté por qué no se quejó, o por qué no me paró y su respuesta fue lo mejor del día, me dijo que aunque le resultó muy difícil y doloroso, antepuso mi voluntad a su bienestar y que gracias a esa idea pudo soportar el castigo sin quejarse ni una sola vez.

Terminamos de desayunar y envié a David a la habitación a recoger nuestras cosas para continuar con el viaje. Aunque aún nos quedaba un día libre, teníamos que hacer 600 km en coche hasta llegar al próximo destino. Así que pedí a un camarero que me trajera periódicos para hacer tiempo mientras David preparaba todo.

Uno de los camareros se acercó a mí y tras preguntarme por si estaba todo a mi gusto, me dijo:

  • Buenos días señor. He estado trabajando esta noche en la recepción. En la habitación que está junto a la suya había alojadas dos señoras que se quejaron por ruidos de pelea. Subí a la planta y como no se oía jaleo volví a bajar a la recepción. Llamé a las señoras y les dije que no pasaba nada, que los ruidos serían de alguna tv. Pero al poco tiempo volvieron a llamar y subí a la planta, pero esta vez en vez de quedarme en el pasillo entré en la habitación de las señoras. No le descubro nada si le digo que les tuve que dar la razón. Tenía dos opciones una era llamar a su habitación para pedirles que fueran más “discretos” y la otra cambiar a las señoras a una habitación mejor y devolverles el dinero. Como las señoras estaban de paso, no tenían casi equipaje así que les ayudé a recoger sus cosas y les acompañé a otra habitación.

Por el color y temperatura con los que acabaron las nalgas de David, fui consciente de que le había dado fuerte. Como mi compañero no se quejó ni una sola vez, no creí que las cachetadas sonaran tanto. En ese momento estaba muerto de la vergüenza. Jamás me había pasado algo parecido. El joven camarero tenía una tarjeta en su pecho que ponía su nombre. Se llama Andrés.

  • Andrés, le dije, siento muchísimo las molestias que te haya podido ocasionar. Me ofrezco a pagar los gastos de las señoras a las que molestamos. En ese momento Andrés me interrumpió. Me dijo que no era necesario, y que estuviera tranquilo. Me comentó también que, si había alguien que tenía que agradecer algo era él a mí.

  • En cuanto acomodé a las señoras en su nueva habitación, volví. La cadencia y la sonoridad de las nalgadas me puso muy cachondo, hacía mucho que no me ocurría nada parecido. No pude evitarlo y me hice una paja memorable. La primera en la cama y la segunda en la ducha. Así que no me pida disculpas porque yo le estoy muy agradecido.

En ese momento vi a David por la ventana, cómo metía las maletas en el coche. Le hice una seña para que entrara de nuevo. Le conté todo lo que Andrés me había contado. En su cara apareció primero un gesto de enfado y vergüenza, pero poco después apareció una pícara sonrisa.

Salimos del comedor camino al coche y antes de salir del hotel recordé a David que teníamos que ir a mear al baño para no tener que parar en unas horas.

En el baño había 3 urinarios. Nos pusimos cada uno en una esquina. Antes de sacarme el cipote para mear entró Andrés. El camarero tendría unos 30 años. No era muy alto, pero el uniforme le sentaba perfecto. Se le adivinaba un cuerpo definido, fibrado. La chaqueta le tapaba el culo, pero el pantalón mostraba un buen bulto delantero.

Desde mi sitio vi como el pollón de David estaba completamente hinchado. Andrés aprovechó que el urinario libre era el del medio, para rozar con su mano el culo de David. Mirándome comenzó a soltar los botones de su pantalón. Lo hacía despacio. Con sólo esa mirada, mi polla comenzaba a despertar. En ese momento y sin terminar de sacarse el miembro para mear, Andrés giró la cabeza al otro lado. David estaba a punto de explotar, pero sabía que no podía ni meneársela ni correrse sino quería recibir un enorme castigo. Andrés alabó el pollón de David y mirándome me pidió permiso para jugar un poco con él. Le dije que sí pero con una condición, antes de que pudiera jugar con David, yo podría jugar con él. Le dije que no podría ni penetrarle ni hacer que se corriera.

Los 3 sabíamos lo que hacíamos y hasta donde podíamos llegar.

Cerré el pestillo de la puerta del baño y me acerqué a Andrés le besé fuerte caliente y húmedo. Mientras nuestras lenguas jugaban en nuestras bocas, comencé a desnudarle, primero la americana, después la camisa. El uniforme que tan bien le sentaba no hacía más que tapar su perfecto torso. Su pecho y abdomen estaban perfectamente depilados, en el pezón izquierdo tenía un pequeño piercing. Tenía perfectamente marcados todos los abdominales. Hacía mucho que no tenía un ejemplar físicamente tan perfecto a mi disposición. Continué terminando de soltar los botones del pantalón. Le pedí que antes de quitárselos se agachara como hacen los strippers para que me mostrara su culo. Era redondo, firme, respingón… Después de jugar un poco al fin se quitó el pantalón y se acercó a mí. Le agarré ese maravilloso culo bien fuerte y le arranqué el slip que llevaba. Sus cojones eran hermosos, grandes depilados y aunque a su polla le faltaban 3 ó 4 cm para ser perfecta, me di cuenta de que tenía frente a mí al hombre con mejor cuerpo para jugar con él a mi antojo.

Le dije a David que se podía acercar para admirar con los ojos y con las manos a Andrés. Pasó sus manos por todo su cuerpo, rodeó cada uno de sus abdominales con su dedo índice.

Mi polla estaba a punto de reventar y decidí que era el momento de empotrar al magnífico ejemplar. Escupí en su ano, dejé que David lubricara un poco mi polla con su saliva y en un par de empujones se la metí. Andrés se quejaba de dolor y me pedía que se la sacara, pero conseguí convencerle de que aguantara un poco. Al cabo de un par de minutos de estar quieto comencé a moverme, despacito, suavecito para poco a poco ir subiendo la velocidad y la fuerza. Andrés ya tenía el dolor completamente olvidado y sólo sentía mucho placer tanto que sin que nadie le tocara la polla se corrió. 3 chorros salieron disparados de su polla al espejo del lavabo. Su culo en este momento era perfecto, aunque me hubiera encantado gozar más tiempo de aquel cuerpo, no pude evitar correrme entre jadeos que no podía controlar.

David después de ver la escena en primera fila comenzaba a sentir una verdadera necesidad de correrse. Le pedí que nos limpiara y me ayudara a vestirme. Cuando terminó le recordé a Andrés las condiciones y le dejé hacer.

Se acercó a David y le pidió que se desnudara por completo quería disfrutar de la vista de su cuerpo desnudo. Le gustaba lo que veía porque parecía que su polla volvía a tener ganas. Comenzó por comprobar los efectos del spank de la noche anterior. Sus nalgas aún estaban calientes y muy rojas. Le rodeó y comenzó a lamer sus pezones, jugando con su lengua, mordisqueándolos, David estaba descubriendo una zona muy sensible en su cuerpo que hasta ese día desconocía fuera tan placentera. Andrés comenzó entonces a dar pequeños pellizcos y a retorcer esos pezones duros. Los pellizcos cada vez eran más intensos y aunque David comenzaba a sentir dolor el placer que obtenía era mayor. Mientras con la mano izquierda continuaba castigando los pezones, la mano derecha se acercó a su polla. Un pequeño roce con la punta de los dedos fue suficiente para que David suplicara que le permitiera correrse, sus esfuerzos fueron inútiles porque no le di permiso. Andrés continuó con su recorrido y llegó a las bolas de David que estaban hinchadas, las manoseó, las amasó y las apretó no muy fuerte, lo justo para que le bajara un poco la erección.

Andrés sacó su móvil y le hizo muchas fotos a David y como su miembro estaba otra vez erecto, le puso de rodillas y de un empujón se la metió entera. No podía respirar y tenía unas arcadas enormes. Andrés violó la boca de mi compañero sin piedad y volvió a correrse.

Llevábamos en el baño un buen rato y los demás clientes del hotel empezaban a aporrear la puerta. Así que terminamos de vestirnos y nos fuimos sin despedirnos.

Continuará

Nuevo trabajo 4

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