Mi Vecino 4

Written by: Switchpoblano

El peor de los castigos estaba por llegar. Desperté la mañana después de mi castigo con la verga más dura que nunca, me froté contra las sábanas boca abajo imaginando aquel culo peludo y redondo de Fabricio sosteniendo con ambas manos su short aún impregnado de su aroma.

Me giré con los shorts en las manos para hacerme una buena chaqueta, mientras fantaseaba en nuestro nuevo encuentro, me imaginaba cómo sería esta noche, si el vendría sin avisar, si me mandaría un mensaje, miré mi celular para ver si me había escrito algo pero no encontré nada, caliente y necesitado de Fabricio me levanté con mi verga babeando hasta el piso a espiar en la ventana, a ver si mi vecino ya se paseaba en pelotas y ya me ganaba el castigo de esa noche.

Pero lo que vi fue como una cubetada de agua fría: Fabricio había tapado todas sus ventanas con cartones, telas y periódicos, no había una sola ventana que no estuviera tapada... además del desconcierto por aquella “novedad” una fuerte sensación de culpa me invadió por completo, ¿entonces hablaba en serio? ¿Realmente le molestó que lo espiara? La culpa me quitó las ganas, me bañé preocupado y nervioso y me senté a trabajar cargando una patética molestia.

Los empleados a mi cargo pagaron la factura, nunca había estado tan de mal humor y tan exigente con ellos en toda mi vida laboral.

Cuando terminé de trabajar por la noche miré a las ventanas nuevamente, adentro se veía luz, pero no había ninguna señal o interés de parte de Fabricio, me desnudé y me senté en el sillón, recreando la escena de la noche anterior, abrí mis cortinas esperando que el me viera y de cierta forma se apiadara de mi... pero no pasó nada, los nervios de ser visto por algún otro vecino y mis ansias de que me escribiera me pusieron muy caliente y excitado, a ratos las imágenes de su pecho alargado y firme, su abdomen perfecto, el triángulo debajo de su abdomen y esa verga enorme que se tambaleaba cuando caminaba venían frescos a mi mente y los acompañaba con el short, la única señal que me quedaba de que Fabricio también había disfrutado lo de la noche anterior y siendo honesto, el gesto que más dudas me provocaba.

Aguanté una semana, si, una semana completa sin verlo, sin saber nada de él. En el chat de los vecinos contestaba y platicaba amigablemente pero a mi no me mandaba ni una línea, y pensaba que las ventanas tapiadas eran una señal de que no querría nada más conmigo.

Hoy me desperté atormentado y confundido, en el trabajo he estado de malas como siempre y apenas pude concentrarme en mis deberes parándome cada cinco minutos a ver si Fabricio asomaba la cabeza... un suplicio insoportable.

Terminó mi hora de trabajo a las siete, y después de mucho pensarlo me decido, meto el short a lavar y a secar en mi lavadora y no hago otra cosa que esperar a que se seque, dando vueltas en el cuarto de lavado y viendo mi celular cada cinco minutos. Mis huevos están que explotan de cargados, pero no me la quiero jalar, quiero esperar a ver qué pasa.

A las nueve el short huele a limpio y está listo, me pongo desodorante, me visto un pantalón limpio y una buena camisa, un poco de loción y salgo a la casa de junto con el short bien doblado y dentro de una bolsa de plástico.

Toco a la puerta pero nadie contesta, me quedo largo rato esperando, arriba veo luz colarse por una ventana que está tapada con una tela, toco nuevamente pero nadie responde... “me voy a ir, no tiene caso esperar, no quiere saber nada de mi” pienso.

Camino hacia mi casa pero un extraño impulso me hace volver, una sensación de que aquel hombre vale la pena el esfuerzo... toco una última vez esperando que nadie responda, siento estos nervios que ponen caliente el pecho y resecan la garganta... como imaginé nadie responde, giro la perilla y para mi sorpresa la puerta no tiene pasador... entro a su casa que huele a tabaco y a macho, a Fabricio. Hay luz en el segundo piso y música de Metallica a todo volumen, la planta baja está apagada, dudo si debo gritar su nombre o no gritarlo. Se me ocurre la idea de entrar hasta donde no me vea y dejar el short ahí... como respondiendo el gesto que tuvo de “olvidarlo” hace una semana.

Subo las escaleras despacio, y me pregunto qué chingaos estoy haciendo, esto que hago es un delito.

Al lado izquierdo de la planta alta están las habitaciones principales de nuestras casas, su casa y la mía son iguales, me giro a su recámara y voy a dejar el short en la cama cuando la curiosidad me gana y me adentro al vestidor, apenas unos pasos me permiten ver a Fabricio bañándose debajo de la regadera... tiene jabón en la cara y usa una curiosa gorra para no mojarse las rastas, por unos instantes mis piernas se congelan ante esa imagen tan maravillosa que siento que tengo una eternidad de no disfrutar.

El agua le alarga los pelos del cuerpo y los oscurece, se ve más musculoso y firme, se baña como un hombre, tallándose fuerte y sobándose los huevos cada que se le da la gana, su verga sobresale ligeramente de entre sus piernas, vaya tronco, escurre el agua como si orinara... se gira para enjabonarse la espalda, con el rostro hacia la pared, me agacho para no quedar a su vista, por si voltea... se mete las manos entre las dos nalgas redondas y perfectas con pelos mojados y alargados por el agua... muero por morderlas... me dan hambre y ansias. Me meto la mano bajo debajo del pantalón pero me arrepiento, no voy a hacer una imprudencia... las saco y me aguanto aunque ya siento que me corro de solo mirar.

El cabrón se agacha para enjabonarse las piernas y me regala una vista gloriosa de sus nalgas abiertas, expuestas, llenas de jabón... dedica un buen rato a enjabonarse los pies y luego se gira para que le caiga el agua en el cuerpo... cuando se voltea para enjuagarse el culo decido qué es momento de irme, me estoy arriesgando demasiado, no voy a dejar el short, ahora que he visto como se baña seria como dejar una evidencia, si está molesto porque lo observaba desde mi casa me imagino cómo se pondrá cuando sepa que entré a la suya. Salgo a gatas del cuarto y me pongo de pie en el pasillo.

Voy a bajar la escalera pero la calentura me da otra “mala” idea, el cuarto de enfrente del suyo puede ser un buen escondite para mirarlo, puedo esconderme en el closet y esperar a que salga, si es seguro puedo verlo desde ahí cuando se seque y salir cuando se acueste a dormir.

Me meto al closet y espero... no tarda mucho en cerrar la regadera y me doy unos segundos para ver a dónde voy a esconderme, para mi sorpresa Fabricio entra en el cuarto en donde estoy escondido y enciende la luz.

Por instantes me siento descubierto y pienso rápido qué voy a decir “¿cómo le explico que estoy escondido en el closet de uno de los cuartos de su casa?” Me preparo para pedirle perdón y confesarle que estoy obsesionado con él, empiezo a sudar de miedo y angustia.

Para mi sorpresa Fabricio no repara en mi presencia, en el cuarto hay un sillón amplio, Fabricio se seca y yo puedo observarlo escondido a través de las ranuras simétricas que tiene la puerta del closet.

Lo miro restregarse la toalla por todo el tiempo, siento envidia de esa toalla... su verga y sus huevos se menean con el movimiento y sus pelos de todo el cuerpo recuperan la textura ensortijada que los caracteriza. Ese macho es cachondo hasta cuando se seca, se frota con fuerza, con rigor de hombre, sus brazos se tensan y sus manos grandes sostienen la toalla con fortaleza... “me encantaría que estuviera sosteniendo mi cara contra el” pienso.

Luego pone la toalla sobre el sillón y se tira en el, mirando a la puerta, me queda de lado, pone un brazo debajo de su cabeza que reposa en el brazo del sillón y con la otra empieza a masturbarse lentamente... entrecerrando los ojos y apretándose los pezones de vez en cuando.

Abre las piernas poniendo una sobre el piso y la otra sobre el respaldo del sillón y se la jala con ritmo, arriba y abajo, arriba y abajo, con suavidad pero como todo un macho que se da placer, haciendo pequeñas exhalaciones sonoras que me recurran lo ronco de su voz

La verga se va parando lentamente, la había soñado tantas veces parada pero rebasa cualquier imagen que hubiera creado en mi cerebro, es un tronco glorioso, recto, grueso, con prepucio... puedo verle las venas desde donde estoy... Fabricio se da placer y yo trago saliva con trabajo... se abre el prepucio para sacar el glande, es grueso y de un color rosado pálido, grande, su verga tiene la forma de una lanza muy gruesa, muy larga y dura... se cambia de mano para apretarse duro sus pezones mientras la menea con ritmo, se toca los huevos grandotes y colgantes y se manosea el perineo, mientras la verga parada y dura lo espera haciendo pequeños movimientos hacia arriba... luego continúa... aumenta la velocidad, se aprieta más duro el pezón, recarga su cabeza contra el mueble, y finalmente se viene, haciendo la cabeza para atrás y cerrando sus ojos, la leche sale disparada llenándole la cara, son chorros grandes, el no hace mucho ruido apenas buffa un poco con su voz ronca y respira entrecortado... cinco chorros, seis chorros, pierdo la cuenta... se llena de leche y se la embarra en el cuerpo con su mano libre mientras no deja de masturbarse. Le vienen unos últimos espasmos que lo hacen gemir muy rico y levantar la cabeza con excitación, luego se queda unos minutos mirando al techo y embarrándose la leche en su cuerpo... su verga sigue parada, hinchada, el se manosea el tórax y el abdomen esparciendo su leche se limpia la cara con las manos y se unta la leche que tenía ahí en los pezones haciendo círculos con sus dedos... luego se recuesta y respira hondo varías veces.

Empiezo a sentirme nervioso, espero que no tenga nada guardado en el closet que tenga que buscar, ahora que no está caliente tal vez se me arme un pedo serio... pero Fabricio se levanta cuando termina de untarse su esperma y sale del cuarto cerrando la puerta y apagando la luz. Escucho que apaga la música de su celular.

Espero varios minutos encerrado, todavía estoy caliente pero ahora tengo un poco de miedo, cuando pienso que es prudente me acerco a la puerta y escucho que Fabricio ronca y que la televisión está prendida... es mi momento de huir, trato de girar la perilla con cuidado pero la puerta está cerrada, cerrada por fuera ¿qué cabrón deja la puerta de su casa abierta y cierra su puerta de un cuarto con llave ? Y ¿porqué está puerta se cierra por fuera?

Me siento atrapado, estoy seguro de que me ha descubierto, me está castigando... mañana que despertemos me vendrá a recriminar haberlo espiado, la cerró a propósito... no hay manera de abrir la puerta, al menos no para mi. Me siento en el sillón dispuesto a reconocer mi culpa, me pregunto si es mejor gritarle ahora o esperar a mañana arrepentido, tal vez con las manos en la cabeza en una esquina... no, eso es demasiado friki... el cuarto tiene un balcón... se me ocurre la única idea lógica... abro la puerta corrediza y la cierro despacio... luego me salto los barrotes del balcón con cuidado y me bajo hasta colgarme de la parte más baja del barandal; es un salto pequeño, de apenas un Metro, no lo pienso y brinco... me ruedo en el suelo para amortiguar el golpe y miro a todos lados para comprobar que nadie me ha visto... estoy libre, y estoy fuera, ha sido un crimen Perfecto... corro a mi casa como un chiquillo, con el corazón palpitando y la adrenalina a tope... me meto a la cocina a fumarme un cigarro y a tomar un vaso de agua, me rio y me caliento pensando en Fabricio... ese cabrón me tiene muy mal... “me la tengo que jalar pensando en lo que he visto” pienso y de pronto me doy cuenta, ¡si seré pendejo! Dejé el short de Fabricio adentro de su closet