La siguiente vez

Escrito por: Everyfetixxx

Le doy vueltas a todo lo que me gustaría que ocurriera la próxima vez que nos viéramos. No dejo de pensar en cuándo podrá ser...

Como una de las anteriores ocasiones, el inicio sería parecido. Yo llegaría al lugar de la cita con todo bien preparado de casa, y en una mochila todos mis "juguetitos" como me gusta llamarlos.

Él ya habría llegado y, estaría esperando a que dieran las 7 en punto de la tarde, para que yo tocara el timbre. Me abriría la puerta, pero lo justo para ver que está abierta. Yo no entraría hasta haber contado 10 segundos, el tiempo suficiente para que él se pudiera ir del recibidor. Después de entrar y cerrar la puerta detrás mía, pasaría al cuarto de baño que está justo en la entrada, dejando mi mochila con todas las cosas en la puerta de la entrada, excepto una bolsa con algunos utensilios que se quedaban conmigo en el baño.

Una vez encerrado en el baño, comienzo mi ritual: me desnudo completamente y dejo mi ropa colgada del perchero del albornoz, y las deportivas y calcetines debajo. De la bolsa, extraigo cada uno de los utensilios que voy poniéndome poco a poco: unas muñequeras y tobilleras quedan ajustadas a mis muñecas y tobillos; pongo unos auriculares de silicona en mis oídos, conectados al mp3 que empieza a sonar a un volumen considerable; una bola ajustada a mi nuca, haría de mordaza permanente; un antifaz taparía mis ojos, disminuyendo así mi visión; una máscara cubriría completamente mi cabeza, ajustando las cuerdas desde su parte superior hasta la inferior por detrás, con la cremallera de la boca abierta para mejorar la respiración. Con los mosquetones de las muñequeras, dejaría atadas mis manos a la espalda, sin poder hacer otra cosa que esperar a que vengan a buscarme.

Han pasado ya dos canciones y no ha venido nadie al cuarto de baño. Sigo en la misma posición, de espaldas a la entrada del servicio. Doy vueltas a la cabeza de qué estará preparándome en esa ocasión, y con nerviosismo, tarareo en mi cabeza la siguiente cuando noto una brisa de aire fresco rozar mi culo signo inequívoco de que la puerta del baño se ha abierto. Realmente, el momento ha llegado y doy un pequeño respingo cuando siento su lengua recorrer mi columna vertebral desde el cierre de la capucha hasta la cintura. Un escalofrío que ha puesto en 2 segundos mi polla más dura de lo que ya la tenía hasta ese momento.

Dos toques en el hombro me indican que he de girarme. De repente, noto cómo mi polla es aprisionada por un anillo de látex. Aún no he terminado de acostumbrarme y siento que sus manos manejan mis huevos, que los estira hacia abajo y ¡zas! algo los deja separados del resto del cuerpo. Sí, parece ser que es una cuerda fina, como si fuera un cordón de zapatillas de deporte o similar, y da dos, tres, cuatro vueltas... y ahí se quedan, penduleando. Otros dos toques me hacen girarme de nuevo, dándole la espalda por segunda vez hoy, y comienzo a notar cómo con sus manos separa los cachetes de mis glúteos y su lengua continúa, hacia abajo, la tarea que había iniciado antes. Poco a poco, jugando consigue humedecer mi entrada e intenta meter un dedo. Sigue con la lengua un poco más, y noto que el dedo se acerca a mi culo pero esta vez con un líquido frío y viscoso en su punta: ha puesto lubricante y de esta manera, en pocos segundos, desaparece completamente la falange dentro de él y la empieza a girar, a trazar círculos a la vez que la saca y la mete, con lo que se me olvida el dolor de pene y testículos para empezar a gemir en muy poco tiempo con esa excitación de mis sentidos.

Unos minutos así y tras sacar el dedo, noto de nuevo algo frío en la entrada trasera de mi cuerpo, que hace fuerza para entrar y, con un ligero esfuerzo, consigue insertarse quedándose de nuevo el ano cerrado tras de sí. La reconozco, está completamente fría y lubricada, es la bola metálica que minutos antes estaba en mi mochila y he traído para jugar. Sé que le encanta y, cómo no, de lo primero que ha elegido para esta sesión. La bola metálica termina en una anilla que, cuando la compré, pensaba que podría poner rodeando la base de mi polla a modo de cockring (así la vendían), pero debido a mis atributos nunca he conseguido utilizarla de ese modo. Esta anilla, la noto cómo golpea mis testículos con el pequeño balanceo que tiene pero de repente, se queda quieta, noto tirar mis huevos hacia abajo y tensarsen. Me había olvidado que los tenía estrujados, y con la cuerda sobrante los ha dejado atados a la anilla de la bola! Una mezcla de dolor y placer recorren mis huevos, mi polla, mi culo...

Unos toques de nuevo en el hombro hacen que me dé la vuelta. Estoy, salvo que se haya cambiado de posición, de frente de quien es mi "dueño" durante la sesión. Y de nuevo noto tirón de los huevos hacia adelante, que hacen que la bola metálica del culo suba y se meta un poco más, lo que me hace caminar poco a poco hacia adelante. Tirando de la arandela con otra cuerda o algún tipo de cadena que ha debido poner, voy avanzando poco a poco guiado por la tensión que noto. Esa tensión que hace que todos mis "bajos" estén muy receptivos para lo que en ellos pase, y por cuyo movimiento aumenta mi placer por lo que empiezo a gemir suavemente del roce anal, de la presión en la polla y los tironcitos del culo. Vamos caminando con pasos cortos, intuyo el camino por el que me quiere guiar hasta que noto que la tensión se ha reducido por lo que deduzco que hemos llegado y me paro. Estoy de pie, en una parte de esa vivienda que desconozco, cuando noto que va girando a mi alrededor, preparando el siguiente paso.

Me hace separar las piernas un poco, y desata la cuerda que unía mis testículos con la arandela metálica que sobresale del culo. Luego me las junta, y une los tobillos con los mosquetones de las tobilleras.

Empiezo a notar cómo por entre los brazos, el torso y el cuello, discurren metros y metros de cuerdas señal de que me está tejiendo unos nudos que me dejan más inmóvil la parte superior del cuerpo. Pasan las cuerdas, se giran, se cruzan y él las anuda, bajando unos centímetros más y volviendo a sujetar cada parte de mi tórax, remarcando las tetillas y en la siguiente línea por abajo, marcando ya mi barriga con la tensión de las cuerdas hasta llegar a la cintura. Hábilmente, consigue separar mis manos para que no se toquen ya que yo tenía los dedos entrelazados hasta ese momento al tenerlas sujetas por las muñequeras, y sujeta cada mano hacia su lateral de mi tronco. Un nudo entre ambas manos, termina esa parte de la sujeción de la parte superior de mi cuerpo... o eso creía yo, porque de nuevo noto presión en mi culo cuando tirando de la anilla hacia arriba la bola metálica vuelve a recordamre que estaba ahí para algo, no la metió por casualidad al principio, sino que quiere que note permanentemente que la llevo dentro. Y la mejor manera que se le ha ocurrido ha sido sujetar la anilla con el nudo de las manos, lo que me obliga a mantener las piernas ligeramente flexionadas para que no me estire mucho la bola del culo con los brazos sujetos a la espalda si la tensión que hay es excesiva.

Mi polla intenta responder a tanto estímulo en la piel, pero ya no puede crecer más. Un hormigueo incesante en mi pene se hace más presente cuando con su mano lubricada, empieza a subir y bajar por ese mástil de carne y venas hinchadas. Mis gemidos se han tornado a jadeos, cada vez mayores, a medida que aumenta el ritmo de la paja. Pero de repente para, nada me toca, no sé dónde está él. Solo sé que yo estoy desnudo en mitad de una habitación, inmovilizado, sodomizado, un poco encorbado y completamente a la merced de quien me ha dejado de esa guisa.

De nuevo noto una brisa que rodea mi cuerpo, como si hubiera abierto puertas y ventanas para ventilar la estancia. La música sigue sonando en mi cabeza, no escucho otros sonidos durante este tiempo. Su mano vuelve a aparecer en escena, me da un cachete en uno de los glúteos y sube hacia mi cabeza, comprobando qué bien están los nudos, cómo con mis dedos soy incapaz de llegar a tocar nada. Y ¡zas!, otro cachete esta vez más fuerte resuena en mi cabeza al propagarse su sonido por mi cuerpo. Pero esta vez la mano se queda ahí, en el culo. La otra, ha llegado hasta el hombro. Y ambas, simultáneamente, me empujan hacia adelante haciéndome perder el equilibrio y cayendo de bruces sobre un colchón que desconocía que estaba evitando que me golpeara contra el frío suelo que sí noto en mis pies.

De nuevo solo la música acompasa los latidos de mi corazón que se han hecho más fuertes y rápidos por la subida de adrenalina de los últimos acontecimientos. Sube mis piernas flexionándolas hacia mi culo y siento cómo de nuevo la bola metálica está ejerciendo presión para salir de allí, cuando ata los mosquetones de los tobillos a la misma argolla y, ahora sí, hace que cualquier intento por mi parte de soltarme o moverme me provoque dolores y molestias que soportar. Gimo, intento gritar, pero no puedo. La mordaza la he apretado muy bien, y la capucha sobre la misma hace su función perfectamente.

Recupero la respiración normal, pausada, poco a poco... hasta que noto que por la abertura de la capucha junto a la boca y nariz, acerca algo que al respirarlo me excita, me revuelve, me agita al principio, pero que me obnubila, me adormece, me... poco a poco voy perdiendo la fuerza, a medida que voy respirando esos vapores de cloroformo voy quedando rendido, más aún si cabe, a su disposición.

(continuará)