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Los exilios pueden ser placenteros. Cap IV

Escrito por: Cachopo

Gracias por los comentarios y los me gusta. Esto anima a seguir escribiendo... Felices pajas.


INTERRUPCIONES

Esa mañana me desperté con una grata sensación, mi empalme matutino había sido engullido por el goloso culo de Antonio. A pesar de haber llegado de madrugada con el culo irritado de la bestial follada de su amo Amine y Olek, Antonio no pudo resistir el sentir mi polla dura y caliente apoyada en su culo. La acomodó y entro como un cuchillo caliente en mantequilla… Yo me desperté con los movimientos de Antonio suaves pero muy profundos.

  • Buenos días – yo seguía abrazando a Antonio, aunque en la famosa posición de cuchara… muy pegados y el moviéndose y gimiendo suavemente.

  • Buenos… días… ummm

  • No tienes el culo muy irritado para recibir otro pollón.

  • Sí, pero tenía que agradecerte como me tratas. – Antonio mezclaba gemidos de gusto y de dolor cuando yo empecé a moverme y cambiarle el ritmo de la follada. – Sabes que siento cada una de tus venas… y la forma de tu capullo… pufff tengo el culo muy sensible… aaahhhh que pollón tienes Juan.

  • Todo tuyo campeón… Ufff que buen amanecer – mire el relój… mierda era tardísimo. – Antonio… es muy tarde vamos a llegar tarde… Dios que culo ufff. – Antonio apretaba el culo como solo un pasivazo sabe hacer.

  • No te preocupes… hoy no hay reunión… tu sigue y córrete pronto así no llegamos tan tarde. – Esa frase hizo un click en mi lado cabrón, no me gusta que me metan prisa para correrme.

  • Pues entonces habrá que ir a otro ritmo, así puedo estar horas…

  • Agggghhhh… Juan, estoy…. Muy irritado… me duele… - Yo me había tumbado parcialmente sobre él, atrapándole su pequeño cuerpo con mi peso y mis fuertes piernas. Las embestidas eran fuertes y secas… sacando la polla casi entera.

  • No te quejes… que te gusta perraco… ufff. – Antonio instintivamente reculaba cuando yo clavaba mi polla, haciendo que esta entrase hasta los huevos… manteniendo un segundo la presión.

  • Lo sé… sigue… agggghhhh. – Yo empecé a follar a lo bestia la cama sonaba y los gemidos se debían escuchar por cojones… pero nos la sudaba. No tardé en correrme, el plan era ese. Le llene el culo bien… a pesar de mi corrida de hacia unas horas. Siempre he sido muy lefero.

  • Woooofff… toma leche cabrón… ya tienes en el estomago y el culito. – Y me quedé jadeando encima de él. Se giro y me dio un pico.

  • Gracias Juan. Venga vamos a la ducha. – Se levanto rápido, cogió las tollas y me lanzo una a la cara. El chico juvenil y alegre volvía a aparecer.

Íbamos con la toalla a la cintura hacia la ducha. Antonio llevaba los brazos cruzados para que no le viesen las marcas de mordiscos de sus pezones. Las marcas de dientes y el hinchazón había remitido pero todavía se veían claramente. Nos cruzamos con un par de compañeros que hicieron bromas sobre el horario. Unos se die cuenta de que íbamos con los rabos morcillones, y nos sonrió con sorna al pasar. La verdad es que se nos marcaba a los dos un buen paquete, Antonio no se había corrido y mi polla no suele consolarse con tan poco y le cuesta volver a su estado de languidez intentando llamar la atención más tiempo.

Llegamos a las duchas y ya solo quedaban un par de rezagados que salían casi corriendo… era jodidamente tarde. Pero como ya no tenía arreglo tampoco le dimos mucha importancia. Fuimos a la ducha y abrimos el agua esperando que empezase a calentarse. Mi polla seguía casi dura y manchada de leche. Antonio se quedó mirándola.

  • Que pasa, no piensas limpiarla? – No hubo que decir más, Antonio se arrodillo y se trago mi pollón goloso. Que tragaderas tenía el cabrón, pasaba la lengua dura sobre la unión del tronco y el capullo de mi polla, succionaba fuerte, la tragaba entera... No paró hasta ponérmela dura y dejarla bien limpia. Le dio un tierno beso en el capullo y con su sonrisa de niño, que solo anoche se le había quitado de la cara en todos estos días, se levanto.

  • Y tú no piensas limpiar esto? – Dijo travieso abriéndose el culito con las manos. Lo tenía muy rojo todavía y se veía parte de mi leche salir. Me sentí tentado a agacharme, pero no me gusta nada que un pasivo me mande… y mi lado cabrón apareció.

  • Claro que sí – me acerque a él con todo mi cuerpo, y le bese la nuca haciendo como que bajaba, cuando se relajó, cogí mi pollón que se había encargado de poner bien duro y se la clave hasta los huevos…

  • Aaahhhh… que haces? – Antonio se giró sorprendido.

  • Shhhhsss… calla. – le susurre y el obedeció. Entonces empecé a soltar la meada matutina que todavía no había echado dentro de su culazo… bien profundo… y en gran cantidad.

  • Dioooossss. – No le veía la cara pero estoy seguro de que tenía los ojos en blanco. Es lo que hacen todos cuando les empiezas a mear en el culito sin avisar. La gente no sabe los placeres que se pierden por dejar que los prejuicios ganen al vicio.

  • Te gusta?

  • Siiii, diooossss.

  • Que católico te has levantado esta mañana. – yo seguía descargando mi vejiga en su culo… la presión hacía que parte cayese por mis huevos y sus piernas hasta el suelo, aunque el apretaba como debía. Notando el calor y como sus intestinos se llenaban hasta sus límites. – Te voy a llevar al éxtasis a ver si ves a tu dios jajaja. – Mi vejiga no daba para más así que le cogí la polla y en dos sacudidas se corrió. Me quedé unos segundos más dentro y saqué lentamente mi polla.

  • Uuuuufffff, joder… - A Antonio no le salían las palabras, mi meada empezó a salir a lo bestia… con restos de lefa que caian por sus piernas.

  • Venga dúchate que es tarde y nos van a pillar. – Me puse bajo mi ducha y Antonio seguía apoyado en la pared recuperándose del orgasmo.

En ese momento entró Amine, desnudo con la toalla al hombro y su gran polla a pesar de estar en reposo colgando entre sus fibradas piernas. Antonio se sorprendió cuando le di al botón de su ducha y su cara se transformó en un gesto de pánico al girarse y ver a Amine. Amine saludo serio, analizando la situación mientras caminaba a los aseos para descargar una buena meada. Claramente olía a meos, y no sé si le dio tiempo a ver los restos de leche que había en el suelo de ducha entre las piernas de Antonio antes de que el agua los arrastrase al desagüe. Además, había un buen lefazo en la pared. En todo caso, la cara de pánico de Antonio y mi maldita manía de ponerme rojo cual semáforo en una situación comprometida, lo decían todo. Nos había pillado pero bien. Nos duchamos pronto, y nos dirigimos a la salida. Amine justo salía del baño… yo no pude evitar mirar la gota de meo de su pollón. No sonreía como era usual y le dedico una mirada de odio a Antonio que no llegué a entender en ese momento. Antonio rehuyó su mirada y se fue mirando al suelo como alma que lleva el diablo. Yo salude a Amine, con la poca naturalidad que esa situación permitía. Amine se giró mirándome cabreado, la verdad es que acojonaba, estaba tenso… lo que marcaba todavía más sus musculo, y la mandíbula marcada apretando los dientes contenían a una bestia que estaba seguro no podría parar si se decidiese a atacar. Me agarró del brazo muy fuerte, marcando quien mandaba allí. Mi orgullo hizo que no me amilanase y le aguantase la mirada.

  • Te gusta usar perros ajenos sin permiso españolito. No quiero que vuelvas a tocar a Antonio. – Sus palabras eran pura rabia, sabía que algo ajeno a mí le contenía de pegarme la paliza de mi vida, que es lo que trasmitían esos ojos verdes llenos de ira.

  • Eso lo tendrá que decidir él. – Mi contestación hizo que apretase más mi brazo con una fuerza inusual para un hombre de ese tamaño.

  • No tienes ni idea de cómo funcionan aquí las cosas. – Yo no contesté, sabía que no debía forzar más la situación su respiración agitada a centímetros de mi cara lo decían todo. Yo agité el brazo con fuerza para soltarme y el soltó su presa. Me dirigí a la salida sin volver a mirarle. Justo antes de salir volvió a hablar. – Tienes suerte de ser quien eres españolito.

Yo no hice caso y seguí andando, aunque aquellas palabras se clavaron en mi mente como un arpón. ¿Qué quería decir con eso? Yo era un tio de una familia normal y corriente, mi padre era director de sucursal en un banco y siempre vivimos bien, pero no era una persona con grandes contactos. Vamos que no tenía ningún poder que me protegiese en medio del desierto en un campamento perdido en Marruecos. Irremediablemente pensé en mi hermano, y como consecuencia en Carlos y su pollón. Mi polla volvía a tomar vida solo con acordarme de él. Sacudí la cabeza lamentando que mi polla pensase más que mi cabeza. Se que mi hermano tiene algo que ver… ese hermano del que no sé nada desde aquel maldito domingo de hace 16 años en que nuestra vida cambio, y yo me empalmo pensando en un maduro atractivo… eso sí con una polla y unos huevos bestiales. No tengo remedio…

Llegué a la habitación y Antonio ya se había ido. El resto del día estuvo rehuyéndome. Ya sabía quién era el que follaba a lo bestia y dejaba marcado a Antonio, y parecía que sus juegos aunque consentidos eran muy duros. Lo había llamado perro, con lo cual supuse que tenía una relación amo-esclavo. Yo ya tenía experiencia en el mundo de la dominación, aunque solo como un juego sexual. Pero había conocido a gente que había traspasado ese juego para ser su modo de vida. Nunca me he planteado dar ese paso. Tengo que decir que en mi vida el sexo ha sido el centro mucho el tiempo, marcándome horarios, planes y vacaciones. Pero todavía no había dado ese paso en el “juego” de la dominación. Parecía que Antonio y Amine si lo habían dado… y aunque no sabía qué tipo de relación tenía, sabía que los dos la disfrutaban a su manera.

Antonio me rehuyó eso días, sabía que Amine estaba muy cabreado con él y no quería cabrearlo más. No desayunaba ni cenaba conmigo, intenté hablar con él pero me ignoraba. Incluso un día me metí en su cama con la polla dura y me echó muy cabreado, aunque no era mi tipo de hombre, sus mamadas y su culo eran un lujo que era imposible ignorar. Pero lo que más echaba de menos era la relación de amistad que teníamos, en realidad el era mi único amigo en la instalación aunque me llevase bien con el resto de compañeros. A partir de ese día en que me echó de malas formas cuando intenté darme un poco de placer con el, respete la decisión de Antonio, aunque no la entendiese, y le di su espacio. La verdad es que el estaba mucho más triste que yo. Incluso un día vi como intento acercarse a Amine, pero este lo miro de tal manera que Antonio se quedó quieto mirando al suelo y a los pocos segundos se dio la vuelta en dirección contraria.

Debido a esta situación, me centré en el gimnasio que falta me hacía y a demás aprovechaba e iba a los horarios que solía ir Lito a ver si me daba algo de bola y entrenábamos juntos. Claramente teníamos un tonteo que cualquiera podía ver desde fuera, pero el siempre marcaba la distancia. Yo me deleitaba viéndolo a él y al resto de tíos en el gimnasio. Había mucho árabe del personal de la seguridad de la planta, y por supuesto tenían unos cuerpos que eran dignos de admirar. Una cosa que me encantaba, es que llevaban normalmente las camisetas verde militar o caqui que llevan suelen usar los militares. Alguno con las mangas arrancadas, pero lo mayoría con sus mangas que se apretaban en los hinchados bíceps. Me encantan esas camisetas no por el fetiche militar, que también tiene su gracia, sino porque enseguida se les marcaba el sudor. Me encanta ver como el sudor empieza a salir en los sobacos y el cuello marcando un cerco más oscuro que va creciendo… como empiezan a aparecer gotitas en el centro de la espalda y el pecho que se van a uniendo y formando una V en esos musculosos torsos. Además, mucho de nosotros entrenábamos sin gayumbos, es algo que siempre me ha resultado muy morboso. Ver un rabazo marcado en un pantalón de deportes me daba un morbo especial y también me encanta que se marque el mío. Por la forma de mi polla gorda pero con un gran capullo, este se distinguía perfectamente en cuanto estaba mínimamente excitado.

Como os decía estaba en plan tonteo con Lito, y en algunos casos acoso y derribo pero siempre se escapaba con cualquier excusa o broma cuando le atacaba. Me encantaba mirarlo en el gimnasio, y notaba que él me miraba también. Lito solia ir en camisetas de tirantes, que dejaban ver su pecho peludo y unos sobacos que me moría por lamer, tenía bastante pelo que contrastaban con su piel tan clara, se notaba que nunca se rasuraba y el pelo le veía ligeramente aunque tuviese el brazo bajado. Hoy llevaba unos pantalones de algodón grises y estaba corriendo en la cinta. Me encanta como le marcan el culo esos pantalones, y como se le empieza a notar el sudor en la raja del culo… fijo que lo tiene muy peludo. Aunque parezca extraño nunca coincidíamos en el vestuario. Un día le pregunté que si no se duchaba en plan de cachondeo y me respondió que tenía contactos para usar el vestuario de los jefes. Resultaba raro que se lo dejasen usar a un simple informático, pero no le di más vueltas.

Ese día Lito estaba con los cascos y me ignoraba aunque estoy seguro de que me había visto a través de los espejos. Yo estire un poco y me puse a hacer mi rutina, solo tenía ojos para él ese día. Suda tanto como yo o más… me fijaba en las gotas de sudor que le resbalaban por su recta nariz y luego caían sobre la máquina. No se limpiaba el sudor con la toalla, lo que hacía que tuviese la cara empapada. De vez en cuando veía como sacaba su lengua y se relamía el sudor del bigote. Joder ya podía dejar que se lo hiciese yo. Acabó de correr y vino hacia mí.

  • Que tal Juan? No te había visto. – Si claro… lo había visto mirarme el rabo más de una vez. Yo llevaba unos pantalones bastante anchos pero muy finos y se me marcaba el pollón que estaba ya un poco alterado por su culpa.

  • Bien, aquí entrenando un poco… ya te vas?

  • Si tío, llevo aquí dos horas, has visto que hora es? – La verdad es que era tarde y ya quedábamos cuatro gatos en el gimnasio.

  • Si… se me ha hecho un poco tarde, Antonio anda cabreado conmigo y sin él me cuesta el doble las cosas.

  • Que os ha pasado?... algo serio?

  • Nada tío… tonterías.

  • Bueno así espabilas, que te hace la mitad del curro. – Me dio un golpe en el hombro y se rió de mi.

  • La verdad es que si, jajaja. – Dije rascándome la cabeza. Dios, me tocaba y ya me ponía nervioso. – Oye haces un poco de press banca conmigo. No hay nadie más para ayudarme. – Puse cara de niño dando penita… para acabar de convencerlo. Se me da mejor que al gato de Sreck jejeje.

  • Venga, vale. Siempre pidiendo ayuda… no sabes hacer nada solito? – me dijo Lito en plan de coña.

Empecé yo y él me ayudo, estaba tan sudado que me cayeron un par de gotas de su sudor en la cara, una de ellas en la comisura de la boca. No pude evitar sacar la lengua y lamerla. Él lo vio y no dijo nada, solo sonrió ligeramente. Nos cambiamos de posición y me puse a ayudarle las ultimas repeticiones con mis piernas abiertas entre su cabeza. Me fije que se había ruborizado un poco, entonces caí en la cuenta de que al acercarme mucho a la pesa, podía ver perfectamente bajo mi pantalón mi rabo colgando sin calzoncillo. Me hice el tonto, y cuando le volvió a tocar, me acerqué mas a la barra, tenía mis piernas entre su cabeza, y el no decía nada… pero se notaba la polla más grande por momentos aunque la llevase atrapada en unos slips. Seguimos con ese juego, sin que ninguno dijese nada y con nuestras pollas creciendo. Yo ya tenía la polla bastante animada y tenía una semitienda de campaña en mi pantalón. Se levanto tras la última serie, incluso rozo mi polla con su cabeza al levantarse ya que yo no me retiré.

  • Bueno Juan, ya hemos terminado. Hasta mañana. – Se giro y se disponía a irse. Ya se habían ido el resto de gente que quedaba en el gimnasio. Así que estábamos solos.

  • Espera Lito. – yo me acerqué a él más de normal. Ni iba a dejar que esto se alargase más después de un tonteo tan claro. – Porque me calientas y después te vas dejándome la polla tiesa… - Me acerqué un poco más, me sacaba algún centímetro de altura y me miraba divertido a unos centímetros de mi cara. A esa distancia podía notar el calor de su cuerpo, su aliento y sobretodo su olor a macho sudado.

  • Me parece que el problema es que tú te calientas muy fácil. – Lito me miraba con chulería mientras rozaba con su mano mi polla, de manera distraída.

  • Buenas noches. – Mierda, Amine había entrado justo en el gimnasio. Este tío parecía que sabía aparecer justo en el peor momento.

  • Buenas noches. – dijimos los dos a la par y nos separamos. Nos dirigimos a la salida sin hablar. Aunque yo no había terminado mi rutina.

  • Hasta luego Juan, tengo prisa…

  • Pero Lito… - Otra vez se iba como si nada… No entendía a este tío. Se notaba que yo le gustaba. Miré hacia el gimnasio y amine estaba calentando en la bici estática mirándome con una sonrisa maliciosa. Qué coño estaría pensando…

Los exilios pueden ser placenteros. Cap IV

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