De vuelta en Cigales

Escrito por: Mayte

Al final me decanté por el vestidito negro de encaje, que por cierto me sentaba fenomenal. Llegada la hora oportuna me duché y vestí (camuflada) para salir a la calle. A la hora en punto estaba en nuestro lugar de encuentro y unos minutos después llegó él.

Me metí en el coche y enseguida me dijo Fede que me había traído unos regalitos. Efectivamente en la bolsa había un vestidito blanco (una camiseta más bien), unas braguitas moradas y …¡mis deseados zapatos de tacón rojo!.

En seguida me cambié, no sin dificultades, y terminé de arreglarme ya en el área de descanso. Es preciso señalar que mientras estoy de chico no me siento atraída en absoluto por él, pero en cuanto termino…me transformo.

Según salimos, allí apoyados contra el coche nos empezamos a besar y acariciar con pasión, con auténtico hambre de sexo. Enseguida teníamos las pollas fuera. Él sobaba las dos y las frotaba la una contra la otra. Enseguida tuve que decirle que fuera despacio que no quería correrme.

Entonces mi Amo me hizo arrodillarme y empezar a chupársela, que es algo que le encanta, sobre todo cuando me la mete hasta el fondo hasta que me dan arcadas. Me siento muy sucia haciendo esto.

Nos fuimos a pasear, yo colgada de su brazo, el meneando su polla y la mía, charlando. Por el camino se la mamé en cuclillas un par de veces. Entonces ya era yo la que a la tercera embestida le empujaba para llegar hasta el fondo de mi garganta, y ahí le dejaba unos instantes.

Fuimos a una mesa para que me tumbara en ella y regalarme sus lame tones y follarme mejor la boca, pero estaba sucia, así que seguimos hasta el puentecillo. Yo me bajaba el vestido de vez en cuando para taparme, pero él me los subía enseguida.

En el puentecillo seguimos con los besos los abrazos, las caricias, . Yo estaba empezando a sentirme muy sensual, cargada de erotismo. Me movía sobre él con un gran sentimiento de lujuria.

Comenzó a darme cachetes en el culo, y yo se lo ofrecía una y otra vez, dejándome hacer…y empezó a intentar penetrarme.

Me puse vaselina,, me coloqué apoyada en la barandilla, le ofrecí mi culo, y el, con pequeños empujones, poco a poco, me la clavó hasta el fondo. ¡Una delicia! Entraba y salía de mí una y otra vez. No había dolor. Yo buscaba que llegara hasta el fondo de mi ser. Empujaba, me movía, me retorcía. Y así una y otra vez. Era maravilloso. Salió de mí y se masturbó hasta correrse. Después fijó su atención en mi…y empezó a masturbarme. Le dije que despacito y él siguió así. Yo me restregaba contra él, le acariciaba el pelo, la cara. Y poco antes de explotar le susurré un ¡mi amor! al oído que fue la señal. Entre gemidos y grititos nada fingidos tuve un maravilloso orgasmo.

Aunque hoy estuvimos solos tengo que reconocer que la follada en el puentecillo fue épica. De vuelta a casa sólo podía pensar en lo divino que había sido todo y que quería repetir.